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Personajes
"Los Sitios" en la
literatura

Zaragoza 1808-1809, segundo centenario de los "sitios"


9. Alegría y desolación entre las ruinas

En la noche del 13 al 14 de Agosto de 1.808 los franceses abandonaron Zaragoza, no sin antes provocar nuevos desastres. Uno de los mayores fue la voladura de la iglesia y monasterio de Santa Engracia. Cientos de aragoneses sacaron los escombros a espuertas y las llevaron al Huerva. Años después, con planos de José de Yarza, se volvió a levantar la cripta.

La situación en la ciudad dio un inesperado vuelco cuando el 13 de Agosto una orden del rey José I Bonaparte, llevada por uno de sus ayudas de campo, ordenaba al general Lefebvre levantar el sitio esa misma noche, dirigirse de inmediato con todas las tropas a Tudela y, desde allí a Milagro, detrás del río Aragón, para cubrir al ejército francés que se replegaba en el Ebro. El desgaste de las tropas napoleónicas en el resto del país y la falta de avances en Zaragoza les habían obligado a levantar el sitio.

Después de muchos días de penurias y sufrimientos, la jornada del 14 de Agosto fue de una gran alegría para los zaragozanos. Tras haber realizado varias incursiones por toda la ciudad para asegurarse de la retirada francesa, el pueblo salió en masa a visitar los campamentos enemigos abandonados y disfrutar del panorama. A las 12 en punto se anunció la huida de los franceses haciendo sonar las campanas de las iglesias y, por la tarde, la misa en el Pilar revistió las mejores galas. Palafox fue aclamado por la multitud. Y al día siguiente, se ofició un tedéum en acción de gracias.

Veinticuatro horas después del levantamiento del sitio de Zaragoza, el Ejército de Valencia, que había estado doce días retenido en Cuenca para acabar de organizarse, entró en Zaragoza: quince mil hombres que llegaban tarde a la lucha, pero cuya entrada en la ciudad fue saludada con alborozo por los zaragozanos. El sitio se cerraba con 3.500 bajas para el bando francés y 3.000 para el español.

La derrota francesa, inesperada, fue fruto de una conjunción de factores. El primero y fundamental, la feroz resistencia que opuso el pueblo zaragozano y que los franceses no esperaban. La lucha habitación por habitación, casa por casa y calle por calle mermó las fuerzas y la moral de los invasores. En segundo lugar, la necesidad de reorganizar las tropas napoleónicas en torno a Burgos y Pamplona, vitales para el control del país tras la derrota de Bailén. Y, además, influyó también el hecho de que las fuerzas francesas se demostraran insuficientes para tomar la ciudad: de hecho los tres días anteriores a la retirada la situación era casi la de una guerra de trincheras, sin que ninguno de los dos bandos pudiera hacer avances significativos. Según los manuales bélicos de la época, cuando se lograba penetrar en una ciudad tras haber abierto una brecha en la muralla, lo lógico era esperar una rendición rápida. Pero, en el caso zaragozano, el ejército francés apenas logró avances de importancia en los once días que permaneció dentro de Zaragoza.

Los franceses salieron de la ciudad del mismo modo en que lograron entrar: a sangre y fuego. Antes de irse, recogieron todo lo que pudieron y volaron varios edificios. Cuenta Casamayor:"Al anochecer era tanto el fuego que había en el Coso que todo parecía una hoguera, pues ardían las casas inmediatas al hospital, éste por todo él, convento de San Francisco y edificios de frente e inmediatos. Este día se pudo entrar en los barrios de Santa Catalina y parte de los del Azoque, por haberlos hecho los nuestros salir de ellas, encontrándolas muy maltratadas y sin mueble alguno. Las gentes este día tuvieron mas miedo que nunca y se salieron muchísimas a pueblos inmediatos y Arrabal. El fuego duró sin cesar, afligiendo más y más, hasta media noche, en que, volando la suntuosa iglesia del Real Monasterio de Santa Engracia, desalojó el enemigo todos los puntos que ocupaba dentro y fuera de la Ciudad, dejándolos libres después de dos meses cabales que nos estaban sitiando, sin haberse podido internar, ni pasar adelante en los 11 días que han estado dentro de ella".



"No sosegaré hasta proporcionaros algún alivio"

La ciudad, y con ella buena parte de España, respiró con alivio. Y eso pese a que las heridas dejadas en Zaragoza tardarían décadas en cicatrizar. El día 15 de Agosto, Palafox emitió otro de sus manifiestos que con el correr del tiempo se convertiría en histórico:"Los campos de Zaragoza, sus puertas y algunas de sus plazas y calles manchadas con la sangre de más de 8.000 franceses que han pagado con la vida la temeridad de su jefe es el fruto que (el enemigo) ha cogido hasta ahora de su entrada en Aragón. Toda la Europa, y aún el universo todo, oirá con admiración el detestable nombre de Lefebvre y de Verdier, sus gobernadores que, olvidados del buen tratamiento que se ha dado en Aragón a los prisioneros franceses, y demás naturales de aquel país, han cometido las mayores iniquidades, y verán justamente la diferencia que hay de un sistema de gobierno vergonzoso y falaz al de una nación que cementa su felicidad en principios de equidad, y que no considera como enemigos verdaderos a los que no tienen parte en los delirios de su gobierno. La Francia llorará muchos siglos el mal que ha preparado la guerra con España, y no podrá sin vergüenza pensar en los medios que se han empleado para hacerla.

Labradores, artesanos, huérfanos, religiosos, viudas y ancianos, que habéis quedado reducidos a la indigencia y la miseria por haber incendiado vuestros campos, destruidos vuestras haciendas y casas, y robado los franceses una propiedad que, aunque limitada, constituía vuestra fortuna y era vuestro único consuelo, tranquilizaos. Tenéis la fortuna de vivir en España, y la gloria de haber defendido la capital de Aragón, impidiendo que nuestros enemigos asolasen el resto de esta hermosa provincia. Habéis sufrido con resignación vuestros quebrantos, disimulado vuestras penas, desestimado vuestra fortuna, y aun despreciándola por atender solo al bien general. Mi corazón no puede ser indiferente a tantos rasgos de heroísmo, no sosegaré hasta proporcionaros algún alivio".

Imágenes: Fundacion2008.com
Fuente: Heraldo de Aragón
Que al mismo tiempo está inspirada principalmente en dos libros:
- El diario de un funcionario judicial, Faustino Casamayor
- "Zaragoza 1808 y 1809. Los sitios vistos por un francés", de Jacques Belmas, jefe de un batallón de ingenieros.


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