Frases célebres

Buscar frases por:

Autores

Temas

Proverbios

Más frases de Anatole France (118)

• Toda la justicia social descansa en estos dos axiomas: El robo es punible y el producto del robo es sagrado.

• La nada es un infinito que nos envuelve: venimos de allá y allá nos volveremos. La nada es un absurdo y una certeza; no se puede concebir, y, sin embargo, es.

• Un buen crítico es aquel que narra las aventuras de su propia alma entre las obras maestras.

• De todas las aberraciones sexuales, la peor es la castidad.

• Pedir una moral a la ciencia es arriesgarse a sufrir crueles desengaños.

• La justicia es la administración de la fuerza.

• Existir no implica en modo alguno la sustancia, sólo significa el lazo que une al atributo con el sujeto. Expresa una relación, y nada más.

• El velo de las viudas se apolilla siempre por el nuevo amor que nace entre sus pliegues.

• Es posible que me hubiera aniquilado la tristeza, si no me reanimase la facilidad que tenía para descubrir la parte cómica de las cosas.

• Todos los pobres tienen la libertad de morirse de hambre bajo los puentes de París.

• Antes de suprimir un artículo de fe común es preciso meditarlo mucho.

• Aun los más inocentes deseos tienen esto de malo: que nos sujetan a otros y nos hacen sus siervos.

• ¿Qué vale la verdad, fría y desnuda, frente al atractivo resplandor de la mentira?

• La utopía es el principio de todo progreso y el diseño de un futuro mejor.

• La mujer es embellecida por el beso que ponéis sobre su boca.

• Sin mentiras la humanidad moriría de desesperación y aburrimiento.

• La guerra y el romanticismo: ¡plagas espantosas!

• Una cosa sobre todo hace sugestivo el pensamiento humano: es la inquietud.

• La Ley, en su magnífica ecuanimidad, prohibe, tanto al rico como al pobre, dormir bajo los puentes, mendigar por las calles y robar pan.

• Cuando se alza un poder ilegítimo, para legitimarlo basta reconocerlo.

• La razón es lo que más asusta en un loco.

• La vida resulta deliciosa, horrible, encantadora, espantosa, dulce, amarga; y para nosotros lo es todo.

• Si todas las injusticias fuesen reparadas en este mundo, no se hubiera imaginado nunca otro para repararlas.

• La inocencia es más a menudo una felicidad que una virtud.

• Así como un día bien empleado nos procura un buen sueño, una vida bien vivida nos proporciona una muerte tranquila.

• No hay que exagerar nada, ni la modestia.

• ¿A dónde me conduces, imaginación? Porque sin duda es dañino pensar, y la verdadera sabiduría consiste en no pensar nada.

• Entre todas las escuelas que he frecuentado, lo que me parece mejor y de más provecho es evitarlas.

• El arte de enseñar no es otra cosa que el arte de despertar la curiosidad de las almas jóvenes, para satisfacerla en seguida.

• La mentira de la mujer amada es el más dulce regalo, mientras le damos crédito.

• Es cierto que el amor conserva la belleza y que la cara de las mujeres se nutre de caricias, lo mismo que las abejas se nutren de miel.

• Cuando se ve una cosa bella, se quiere poseerla. Es una inclinación natural que las leyes han previsto.

• El porvenir es un lugar cómodo para colocar los sueños.

• Un diccionario es un universo en orden alfabético.

• Juzgamos las acciones humanas no por lo que son, sino por el disgusto o el placer que lo causan.

• Existe en todos nosotros un fondo de humanidad mucho menos variable de lo que se cree.

• La moral descansa naturalmente en el sentimiento.

• La moral es la regla de las costumbres. Y las costumbres son los hábitos. La moral es, pues, la regla de los hábitos.

• Para lograr grandes cosas debemos no sólo actuar, sino también soñar; no sólo planear sino también creer.

• La verdadera historia es la de las máximas y las opiniones, más que la de las guerras y los tratados.

• El azar es el seudónimo de Dios cuando no quiere firmar.

• Entonces, como no estudiaba nada, aprendía mucho.

• Sólo se ejerce una fuerte acción sobre los individuos apelando a sus pasiones o a sus intereses, no a su inteligencia.

• El Cristo del Evangelio es un demagogo. Por añadidura, padeció un suplicio que desde hace mil novecientos años todos los pueblos cristianos consideran como un grave error judicial.

• No hay nada tan conveniente como andar libre por el mundo.

• Rara vez he abierto por descuido una puerta privada que no haya presenciado un espectáculo que no me haya hecho juzgar a la humanidad con lástima, con asco o con horror.

• No estoy tan desprovisto de aptitudes como para tenerme que dedicar a la política.

• La independencia del pensamiento es la más orgullosa aristocracia.

• En el arte como en el amor, basta con el instinto.

• Prefiero los errores del entusiasmo a la indiferencia de la sabiduría.

• Sabed sufrir: sabiendo sufrir, se sufre menos.

• No hay castos; solamente hay enfermos, hipócritas, maniacos y locos.

• No se sabe quien goza más; si la mujer cuando se casa o el hombre cuando enviuda.

• Uno cree que muere por la patria y muere por los industriales.

• Su experiencia, como tantas veces sucede, le hizo desconocer la verdad.

• Lo admirable no es que existan las estrellas sino que el hombre haya podido dar cuenta de su existencia.

• Los hombres exigen al amor que se revista de formas y colores; han de ver lo que aman. Las mujeres sólo piden sensaciones al amor; saben amar como ciegas.

• Cuando el hombre que declara lleva un sable, es al sable a quien debe oirse, no al hombre.

• Impopularidad tiene asegurada todo el que goza de popularidad.

• Nosotros ponemos el infinito en el amor. Pero las mujeres no comenten jamás este error.

• El hombre es propenso al error y puede engañarse; pero un sable se inclina siempre hacia lo justo.

• Para una Caperucita Roja, en buena moral, consiste la felicidad en ser comida por el lobo.

• Para quien razona y obra es una mala señal el no ser vilipendiado, insultado o amenazado.