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(Benito Jerónimo Feijoo)

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Benito Jerónimo Feijoo

Benito Jeronimo Feijoo

Benito Jerónimo Feijoo y Montenegro fue un religioso y escritor benedictino nacido el 8 de octubre de 1676 en Casdemiro, Orense.


Meses antes de que cumpliera los 14 años, ingresó en un monasterio benedictino. Cursó estudios en las ciudades de Salamanca y Oviedo. Desde 1709, y durante más de medio siglo, residió en Asturias, en el colegio benedictino de San Vicente de Oviedo.

    Es autor del Teatro crítico universal, o Discursos varios en todo género de materias para desengaño de errores comunes, que se publicó entre 1726 y 1740.

Introdujo en España los métodos experimentales y su obra fue tan popular, que se vendieron 538.000 volúmenes traducidos al francés, ingles, italiano, portugués y alemán.

    Benito Jerónimo Feijoo falleció el 26 de diciembre de 1764 en Oviedo. Fue enterrado en el crucero de la Iglesia de la Corte que se abre precisamente sobre unos de los patios del antiguo convento, que lleva ahora su nombre: Plaza de Feijoo.

Fuente: buscabiografias.com

Frases y citas de Benito Jerónimo Feijoo (29)

  • Tiene la ciencia sus hipócritas, no menos que la virtud, y no menos es engañado el vulgo por aquéllos que por éstos. Son muchos los indoctos que pasan plaza de sabios.

  • Todos los que saben poco quieren mostrar en todas partes lo que saben. No hay conversación donde, sin esperar oportunidad, no saquen a plaza sus escasas noticias. Entre los verdaderos sabios y estos sabios de poquito hay la misma diferencia que entre los mercaderes de caudal y los buhoneros.

  • La consideración de la muerte, a quien no aprovecha para la enmienda, sólo sirve de tortura.

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  • Aun aquellas proezas que inmortalizó la fama como últimos esfuerzos del celo por el bien público acaso fueron más hijas de la ambición de gloria que del amor de la patria.

  • Eso que tanto se clamorea de que nacen arrinconados hombres de grandes prendas, es mera fábula; salvo que ellos voluntariamente se arrinconen o que, juntamente con las grandes prendas, tengan grandes defectos.

  • Sólo de un modo se puede acertar; errar, de infinitos.

  • El que más sabe, sabe que es mucho menos lo que sabe que lo que ignora; y así como su discreción se lo da a conocer, su sinceridad se lo hace confesar.

  • En caso que por razón del nacimiento contraigamos alguna obligación a la patria particular o suelo que nos sirvió de cuna, esta deuda es inferior a otras cualesquiera obligaciones cristianas o políticas.

  • Es poderosísima la fuerza de la costumbre para hacer no sólo tratables, pero dulces, las mayores asperezas.

  • Para quien ama la lisonja, es enemigo quien no es adulador.

  • En todo caso debe mantenerse en la posesión la doctrina antigua mientras no presente mejores derechos la nueva.

  • Busco en los hombres aquel amor de la patria que hallo tan celebrado en los libros; quiero decir aquel amor justo, debido, noble, virtuoso, y no le encuentro. En unos no veo algún afecto a la patria; en otros sólo veo un afecto delincuente, que con voz vulgarizada se llama pasión nacional.

  • Si por espíritus altos se entiende un género de nobleza del ánimo, que le inclina a ser dulce, benigno, complaciente, humano, liberal, obsequioso, convengo en que los genios amorosos están dotados de esta buena disposición.

  • Hay hombre tan maldito, que dice que una mujer no es buena solo porque ella no quiso ser mala.

  • A quien no persuadieren la experiencia y la razón, no ha de convencer la autoridad.

  • Si los hombres se conviniesen en hacer el aprecio justo de los oficios o ministerios humanos, apenas habría lugar a distinguir en ellos, como atributos separables, la honra y el provecho.

  • El miedo que tengo de que algún día caigas en esta corrupción me mueve a darte ahora un excelente preservativo contra las tentaciones de las dádivas.

  • Sólo el que está ciego se va con serenidad al precipicio.

  • El valor de las opiniones se ha de computar por el peso, no por el número de las almas. Los ignorantes, por ser muchos, no dejan de ser ignorantes. ¿Qué acierto, pues, se puede esperar de sus resoluciones?

  • Creo que generalmente se puede decir, que no hay conocimiento alguno en el hombre, el cual no sea mediata o inmediatamente deducido de la experiencia.

  • Cuando la tradición es de algún hecho singular, que no se repite en los tiempos subsiguientes, y de que, por tanto, no pueden alegarse testigos, suple por ellos para la confirmación cualquiera vestigio imaginario, o la arbitraria designación del sitio donde sucedió el hecho.

  • Porque alguno halla alguna vena de oro cavando la tierra, ¿no será en mí locura ocuparme en abrir pozos por los cerros?

  • Eso que tanto se clamorea de que nacen arrinconados hombres de grandes prendas, es mera fábula; salvo que ellos voluntariamente se arrinconen o que, juntamente con las grandes prendas, tengan grandes defectos.

  • A la filosofía pertenece examinar las causas de las cosas.

  • La casta de los filósofos materialistas no es nueva, antes muy antigua, sin que esa antigüedad sirva para calificación de su nobleza, siendo la más ruín de todas, ya porque pretende envilecer al alma racional, degradándola de su espiritualidad, ya porque conduce derechamente al ateísmo.

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  • A tanto se ha extendido la opinión común en vilipendio de las mujeres, que apenas admite en ellas cosa buena.

  • Lo nuevo place, pero no en los primeros días.

  • Más, ¿qué hemos de decir del amor que no esté ya dicho infinitas veces?

  • Dos extremos, entrambos reprehensibles, noto en nuestros españoles en orden a las cosas nacionales. Unos las engrandecen hasta el cielo; otros las abaten hasta el abismo.

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Residencial Aguamarina - Playa del Norte
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Vista del mar desde la terraza
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Terraza con mesa y sombrilla
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Entrada del apartamento
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Salon con ventanal a la terraza
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Parte del salon, cocina y vista de la terraza
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Vista del salon del apartamento
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Cocina con salida a terraza
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Dormitorio
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Baño con plato de ducha
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Piscina de la comunidad

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