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Frases célebres
(Borís Pasternak)

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Borís Pasternak

Boris Pasternak

Borís Leonídovich Pasternak fue uno de los grandes escritores rusos de su generación nacido el 10 de febrero de 1890 en Moscú.
    Fue criado en el seno de una familia culta de origen judío. Cursó estudios en las universidades de Moscú y de Marburgo (Alemania). Estudió también música durante su juventud, aunque la abandonó para dedicarse a la poesía.


Los críticos literarios de tendencia comunista le criticaron que su poesía no seguía la línea establecida por el realismo socialista, esta fue la causa que hizo que después de 1932 tan solo pudiera publicar dos colecciones de poemas.
    Las editoriales soviéticas rechazaron su única novela, Doctor Zhivago, porque en ella se establecía una crítica al comunismo en su país. Se publicó por primera vez en 1957 en Italia, y tuvo tal acogida que se editó inmediatamente en 18 idiomas; David Lean la adaptó al cine en 1965.


Le otorgaron el Premio Nobel en 1958, pero fue denunciado como traidor por asociaciones comunistas, por lo cual anunció públicamente su voluntad de no partir al exilio y su rechazo del premio.

    Borís Pasternak falleció de un cáncer de pulmón, el 30 de mayo de 1960, en Peredelkino, cerca de Moscú.

Fuente: buscabiografias.com

Frases y citas de Borís Pasternak (51)

  • El trabajo ayuda siempre, puesto que trabajar no es realizar lo que uno imaginaba, sino descubrir lo que uno tiene dentro.

  • Pero todos sufrieron de un modo indescriptible, sufrieron hasta ese grado en que la angustia se trasforma en enfermedad mental.

  • Lloraré mis lágrimas en algo que sea digno de ti, algo que quede, celebrando tu recuerdo en una composición que sea toda ternura, tan triste que oprima el corazón.

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  • No volveremos a vernos nunca, nunca más. Ahora acabo de escribir estas palabras, pero... ¿Te das cuenta de su significado? ¿Comprendes, comprendes? Me dan prisa y es como si me dijeran que han venido para conducirme al patíbulo.

  • Es como si nos hubieran enseñado a amarnos en el cielo y luego, todavía niños, nos hubiesen enviado a vivir en la tierra durante algún tiempo para que pusiéramos a prueba, uno para con otro, esta capacidad.

  • El don del amor es como cualquier otro don. Puede ser tan grande como quieras, pero nunca se revelará sin iluminación.

  • No me gustan las obras exclusivamente de filosofía. A mi entender la filosofía debe ser un sobrio condimento del arte y de la vida. Ocuparse solamente de filosofía es tan extraño como alimentarse solamente de rábanos.

  • No me gusta la gente que nunca ha tropezado ni caído. Su virtud no tiene vida, no vale mucho. La vida no les ha revelado su belleza.

  • Nada importa que el viento, que azota el arbusto, esa gota torture y aplaste. Queda entera, no rompe, y quedan dos más que se besan y beben.

  • Escribir estos versos, cubrirlos de tachaduras y reescribirlos, era una necesidad profunda de mi ser y me provocaba un placer incomparable que llegaba a las lágrimas.

  • Otros siguiendo tus huellas, frescas recorrerán tu camino palmo a palmo, pero tú mismo no debes distinguir la derrota de la victoria, no debes renunciar ni a una brizna de ti mismo. Tú debes estar vivo. Solamente vivir hasta el final.

  • Y ahora a Moscú. Lo primero que hay que hacer es sobrevivir. No abandonarme al insomnio. No acostarme. Trabajar por la noche. Trabajar por la noche hasta el atontamiento, hasta que me rinda el cansancio. Y otra cosa: encender inmediatamente la estufa en la alcoba para no helarme.

  • Y recuerde: nunca, en ningún caso tiene que desesperarse. Esperar y actuar: tal es nuestro deber en la desgracia.

  • El arte está siempre al servicio de la belleza y que la belleza es la felicidad de dominar la forma. La forma es el presupuesto orgánico de la existencia. Todo lo que está vivo debe, para existir, tener forma, y por esto el arte, incluso el arte trágico, es el relato de la felicidad de existir.

  • Es maravilloso estar vivo, aunque siempre duela.

  • A veces amar es una pesada cruz, pero tú eres tan simplemente bella...El secreto de tu gracia es igual a la clave del enigma de la vida.

  • No importa que yo muera. No morirá el impulso. Tú marcaste el sendero, alado corcel mío, y así será más fácil a mi hermano, seguir hacia adelante, por mis huellas, una vez.

  • Se ha de fijar en la memoria el bombardeo. Aquellos días en cuenta se tendrán en que, como en Belén, el nuevo Herodes, dio rienda suelta a su maldad. Desaparecerán los testigos del pasado y un siglo mejor vendrá. Mas el martirio de los niños mutilados jamás se olvidará.

  • Alrededor todo cambiará. Se construirá otra vez la capital. Pero el pavor de los niños que fueron despertados jamás se ha de perdonar.

  • Adiós, mi gran amor, adiós, mi orgullo, adiós, mi rápido, profundo y pequeño río, ¡Cuánto amaba tu incesante rumor, cuánto amaba lanzarme sobre tus frías ondas!

  • El hombre ha nacido para vivir y no para prepararse para vivir.

  • No amar es casi un homicidio y no tendría fuerzas para inferir tal golpe a nadie.

  • Me parece, en fin, que si no se complicara la vida sin necesidad de un modo tan descubierto y desinteresado, se moriría de aburrimiento.

  • Como una flecha vuela el corcel de mis ensueños. Lúgubre, un cuervo grazna por detrás. ¡Adelante, mi corcel, no pienses nada! ¡Adelante! ¡Dispersa al viento todas tus ideas!

  • Cuando se llega a pensar en el suicidio, uno se pone una cruz sobre sí mismo, vuelve la espalda al pasado, se declara a sí mismo fracasado y sin recuerdos válidos. Estos recuerdos ya no pueden llegar hasta el hombre, no pueden salvarle ni sostenerle. La continuidad de la existencia interior se quiebra, la personalidad muere.

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  • Veo el futuro con tanta claridad como si tú lo hubieras detenido.

  • Solamente los solitarios buscan la verdad y rompen con quien no la ame lo bastante.

  • Con tu belleza matadora, cien veces bella, más y más, tú siempre, siempre, a todas horas, de frialdad fundida estás.

  • En primavera se oye el susurro de los sueños y el suave rumor de realidades y falsías. Tú eres de la misma especie. Tú eres indiferente como el aire.

  • Me estremecía. Me encendía y me apagaba. Temblaba...Propuse matrimonio, demasiado tarde; fui tímido, y me negaron. Cómo me duelen sus lágrimas ¡Me siento feliz como un santo!

  • ¡Si pudieras sólo imaginar cómo te amo!

  • La muerte no existe. La muerte no está en nosotros. Has hablado de inteligencia, y esto es otra cosa, una cosa nuestra, accesible para nosotros. La inteligencia, el talento, en el sentido más amplio y lato, es el don de la vida.

  • ¿Cuáles son en el mundo las cosas que merecen fidelidad? Bien pocas. Yo creo que hay que ser fieles a la inmortalidad, ese otro nombre de la vida más rico de sentido.

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  • ¡A veces! A veces, como un buque aprisionado a las amarras, que se arranca milagrosamente del ancla hacia la tempestad.

  • Los jardines, estanques y vallas, todo el gran Universo de gritos de albura, no son otra cosa que descargas de la pasión acumulada por el humano corazón.

  • Aquel día te llevé toda conmigo, de tus peinetas a tus pies; te sabía de memoria, y te repasaba vagando por la ciudad, como un trágico de provincia repasa un drama de Shakespeare.

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  • Te haces los funerales a destiempo. Tonterías. Tienes mucho que vivir aún...

  • Poesía es solamente lo que es común cuando ha sido rozado por la mano del genio.

  • Pero ¿Qué es la historia? Es dar principio a trabajos seculares para llegar poco a poco a resolver el misterio de la muerte y superarla en el porvenir.

  • Presiento que tras de las tormentas, el año que no ha llegado aún, tomará mi destrozado “yo” y lo llenará de nuevas enseñanzas.

  • Salí a la plaza. Podrían decir que nacía por segunda vez. La más pequeña bagatela vivía, y sin prestarme ninguna atención crecía en su importancia de despedida.

  • Y estaba ante un joven bien parecido, de aspecto sombrío y voz de bajo profundo, puños de boxeador, un espíritu inagotable y mortífero, alguien intermedio entre un héroe mítico de Alejandro Grin y un torero español.

  • Todo era bello, todo les sorprendía y, más que nada, aquel viejo cochero un poco ido, con su incansable charloteo, en quien las huellas de antiguos modismos rusos hoy desaparecidos, las aportaciones tártaras y los giros locales se mezclaban con oscuras palabras de su invención.

  • Aquella estupidez y aquella marrullería estaban a la misma altura. Y ambas se manifestaban a través de un torrente de palabras, con una elocuencia inútil, inconsciente y confusa: precisamente todo eso de lo que la vida tiene tanta necesidad de liberarse.

  • La fuerza, decía ese hombre, está dentro de nosotros. El sexo, decía, y el carácter son, decía, el despertar de la electricidad animal.

  • Hay que vivir sin imposturas, vivir de modo que con el tiempo nos lleguemos a ganar el amor del espacio, y oigamos la voz del futuro.

  • Todo el mal reside en el hecho de que yo te quiero y tú no me quieres. Me esfuerzo por encontrar el significado de esta condena, de interpretarla y justificarla.

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  • Amo mi vida y estoy contento con ella. No necesito que se le aplique una capa de dorado. Yo no concibo una vida sin secretos y sin purificaciones, una vida brillantemente reflejada en el espejo de un escaparate de exposición.

  • Tú tienes alas para volar por encima de las nubes, mientras yo, mujer, las tengo para posarme en la tierra y proteger del peligro a mi pajarillo.

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  • Me tienes constantemente sometida. Recuérdame en todo momento que soy tu esclava, que te amo ciegamente y que no razono.

  • Su criatura es la gloria. Pero lo mismo puede decirse de cada mujer. Su Dios está en su hijo. Las madres de los grandes hombres deben de experimentar esta sensación. Pero todas las madres son madres de grandes hombres y no tienen la culpa de que luego la vida las desilusione.

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Residencial Aguamarina - Playa del Norte
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Vista del mar desde la terraza
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Terraza con mesa y sombrilla
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Entrada del apartamento
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Salon con ventanal a la terraza
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Parte del salon, cocina y vista de la terraza
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Vista del salon del apartamento
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Cocina con salida a terraza
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Dormitorio
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Baño con plato de ducha
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Piscina de la comunidad

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