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Edward Young

Edward Young fue un poeta inglés del preromanticismo, nacido en junio de 1681 en Upham (Hampshire). Estudió Leyes en la Universidad de Oxford. Intentó seguir la carrera política, aunque con escaso éxito.

En 1730 fue nombrado rector de Welwyn (Hertfordshire), cargo que ocuparía hasta su muerte. Debutó en la literatura en 1719 con Busiris, obra que pasó bastante desapercibida. Algo más de fortuna tuvo con la tragedia The Revenge (de 1721).

Poco después escribió La pasión universal, poemario satírico que fue también muy elogiado. Pero su obra de mayor éxito fue La queja (1742-1745), una serie de nueve volúmenes de versos de tipo didáctico.
Falleció el 5 de abril de 1765 en Welwyn, Reino Unido.

Fuente: mcnbiografias.com

Frases y citas de Edward Young (66)

La dignidad comienza donde la jactancia acaba.
Las nubes pueden dejarnos caer títulos y propiedades, y la riqueza puede buscarnos, pero la sabiduría se debe buscar.
¡Cuán pobre y cuán rico, cuán abyecto y cuán augusto, cuán complicado y cuán maravilloso es el hombre! ¡Y cuán sobre toda ponderación Aquel que lo hizo así!

La fortuna de los ricos, la gloria de los héroes, la majestad de los todo acaba en un “aquí yace”.
Los débiles tienen remedios, los sabios tienen alegrías; la sabiduría superior es felicidad superior.
Lo que deseamos con ardor, fácilmente lo imaginamos cercano.
El hombre que se sonroja no es tan tosco.
Solo balbucean quienes no practican la reflexión.
Pocos hombres podrán decir: he sido feliz; casi todos dicen: lo seré, y ninguno ha dicho: lo soy.
¿Puede el oro calmar las pasiones, o hacer brillar la razón? ¿Podríamos nosotros extraer de alguna mina la calma y la sabiduría? Antepón la sabiduría al dinero; porque vale mucho menos asegurarnos la riqueza que la felicidad.
El ambicioso es un esclavo de lo mucho que desea; el hombre libre es el que nada desea.
Cada noche morimos; cada mañana nacemos de nuevo. Cada día una nueva vida.
Mañana es el día cuando trabajan los ociosos, y reforman los tontos.
Un amigo merece cualquier riesgo de nuestra parte.

Por todos los medios utiliza algún tiempo para estar solo.
Un cristiano es el más alto estilo del hombre.

Nuestro nacimiento no es sino el comienzo de nuestra muerte, como un cirio, que empieza a desgastarse en el momento que se le enciende.
La amistad es el vino de la vida. Pero la nueva amistad no es ni fuerte ni pura.
El que lanza una mentira, no sabe bien qué carga tan grande toma sobre sí, puesto que ha de verse forzado a inventar otras veinte para mantener la primera.
Los hombres creen que todos los hombres son mortales, menos ellos.
Nuestra vida no es sino una cadena de muchas muertes.
Lee la naturaleza; la naturaleza es un amigo de la verdad.
¿Puede la eternidad pertenecerme a mí, pobre beneficiario de la generosidad de una hora?
El brazo de un ángel no me puede arrebatar de la tumba; legiones de ángeles no me pueden confinar allí.
Los hombres pueden vivir tontos, pero los tontos no pueden morir.

Sed prudentes; un tonto a los cuarenta años es un tonto tontísimo.
Experiencia es el resultado de nuestras épocas en horas pasadas.
Sólo el hombre que nada espera es verdaderamente libre.
El choque de las opiniones contrarias hacen desaparecer los visos de la verdad.
La vida es el desierto, la vida es la soledad, la muerte nos une con la gran mayoría.
El hombre que hace un personaje hace enemigos.
Un ojo puesto en la muerte y el otro fijo en los cielos.
El desear todos los empleos es lo peor.

La verdad nunca estuvo endeudada con una mentira.
La dilación es el ladrón del tiempo.
Es grandioso y varonil el despreciar el engaño, muestra nuestro espíritu y evidencia nuestra fortaleza.

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Aprende Más

Apresúrate en encontrar el camino de la cordura; pues el que a los cuarenta de edad es todavía un insensato, es un insensato de verdad.
Se oscurece el sol al mediodía y enmudece la música del alba cuando hay tristeza en el corazón.
La mañana es una sátira de hoy, y muestra su futilidad.
En un hombre bueno, el estar triste es una impiedad.
La fe tiende un puente desde este mundo al otro.
Un hombre de placer es un hombre de penas.
Quien no ha disfrutado las delicias de un amor casto, ignora la ventura que es capaz de dar una mujer.
¡Oh, cuán perdido está para la virtud, para el pensamiento viril, para los nobles impulsos del alma, aquel que se cree que soledad es estar solo!
La vanidad es hija legítima y necesaria de la ignorancia; el hombre es un ciego que no sabe verse a sí mismo.
La amistad es el vino bueno de la vida.
Narciso es la gloria de su raza; pues ¿quién hace nada con más gracia que él?

¿Qué es, pues, el hombre? La mínima parte de nada.
Algunos de renombre, en retazos de aprendizaje dote y que crecen inmortales ya que citan.

Todo el mundo puede hacer lo que por un hombre haya sido hecho.
Según la ley, destruir la vida de un hombre es asesinato y, para mayor horror al mismo, los patíbulos tienden su mano abierta; por el contrario, quitar la vida de millares de gentes tiene un nombre especial, “arte glorioso de la guerra”, y garantiza una fama inmortal.
Hay algo en la poesía que va más allá de la lógica de la prosa, hay misterio en ella, que no se puede explicar, sino admirar.
La vanidad puede estar unida con un bien natural, pero la envidia supone siempre perversidad en el corazón.
Por la noche el ateo cree a medias en Dios.
La mitad de su gozo lo reportan los ángeles de la amistad.
Cómo aclaran las bendiciones cuando toman su vuelo.
Sabio es comprender el conjunto.
Así como la hoja de afeitar se afila mejor con aceite, de igual forma el espíritu se hace más sutil con la cortesía. La carencia de filo se manifiesta en la ofensa, ambos hacen sufrir menos si están cuidadosamente afilados.
Los labios que tocan licor no deben tocar los míos.

Los ignorantes son los encargados de cuidar los libreo, como los eunucos son los guardianes de las mujeres hermosas.
Los remordimientos suplen la justicia.

La procrastinación es el ladrón del tiempo.
El que obra lo mejor que las circunstancias permiten, hace bien y obra noblemente; los ángeles no lo harían mejor.
Aquellos que construyen bajo las estrellas, los mismos construyen demasiado bajo.
El futuro... no me parece un sueño unificado sino un pastel de carne picada que lleva mucho tiempo horneándose, pero nunca termina de cocerse.
Seamos hoy sabios. Dejemos nuestras manías aplazadas.