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Fernán Caballero

Cecilia Böhl de Faber y Ruiz de Larrea fue una escritora y folclorista española que firmaba sus obras con el pseudónimo de Fernán Caballero.

Nació el 24 de diciembre de 1796 en Morges, Suiza, pero su educación la recibió en Alemania.
    Hija del hispanista Juan Nicolás Böhl de Faber y de una dama gaditana. Se trasladó a Cádiz a causa del trabajo de su padre.
    Llegó a España alrededor de 1813 y pasó el resto de su vida en Andalucía, donde están ambientadas todas sus obras.

En La gaviota (1849), considerada como precursora de la novela realista, introdujo el costumbrismo.
    También escribió la novela autobiográfica Lágrimas (1850), así como Lucas García (1852), El Alcázar de Sevilla (1862) y La corruptora (1868), entre otras.
    Se casó tres veces; a los 19 años con un capitán de infantería, murió al año siguiente, en 1822 se casó con el marqués de Arco Hermoso y a la muerte de éste con Antonio Arrom de Ayala.

    Fernán Caballero falleció el 7 de abril de 1877 en Sevilla.

Fuente: buscabiografias.com

Frases y citas de Fernán Caballero (41)

• ¡La felicidad! ¡La felicidad! No existe palabra que tenga más acepciones; cada uno la entiende a su manera.

• No basta ser bueno: es necesario también parecerlo, por acatamiento a la sociedad, por consideración a sí mismo y por respeto a la verdad.

• La religión es una potencia armonizadora, consuelo de los desgraciados y freno de los favorecidos de la fortuna.

• Su fisonomía, su gracia, su insensibilidad al frío y a la desazón general, estaban diciendo que era español.

• Las solteras son de oro, las casadas son de plata, las viudas son de cobre y las viejas de hojalata.

• La superioridad es una carga, como lo es para el gigante su estatura; gozar de ella y disimularla con benevolencia y no con desdén, es la gran sabiduría.

• Los pájaros son clarines entre los cañaverales que le dan los buenos días al sol de Dios cuando sale.

• Educar no es dar carrera para vivir sino templar el alma para las dificultades de la vida.

• Si la fe no fuera la primera de las virtudes sería siempre el mayor de los consuelos.

• Aún no es vino, y ya es vinagre.

• Cada uno en este mundo tiene su ventanita, los unos grandes, los otros chica.

• Cuando la poesía se mezcla con la vida real es una mala ama de llaves.

• Yo en todos los libros acostumbro a leer el prefacio, porque a veces suele ser lo mejor de la obra.

• La gente a quien guía la cordura, atinan mejor en hacer el bien que las que se dejan llevar ciegamente por el corazón.

• Deja el mundo detrás de la puerta.

• Un tonto echa una piedra en un pozo, y cien discretos no la pueden sacar.

• El vino sobrante es para el ayudante.

• Sé justo antes de ser generoso, sé humano antes de ser justo.

• El que quiera estar contento ha de mortificarse primero; porque quien se mortifica ya posee aquella alegría pura que emana de los cielos.

• Si como mientes corres, el demonio que te alcance.

• El saber es algo; el genio es más; pero hacer bien es más que ambos, y la única superioridad que no crea envidiosos.

• Cuando asiento mis pies en tierra firme no me los hace menear ni un terremoto.

• Mis críticas son ligeras y sin hiel, porque no la hay en mi corazón, y la detesto en literatura.

• Lo que sale del corazón nunca puede ser ridículo.

• No digas jamás haré, sino hago; ni iré, sino voy.

• La chanza se recibe como el volante en la raqueta, para lanzarla al contrario, sin hiel al enviarla, sin hostil susceptibilidad al acogerla.

• Los preceptos de moral y religión tienen mucha fuerza en las bocas de aquellos que nunca faltaron a ellos.

• Es la buena conciencia, dondequiera que vayamos nos prepara un lecho de plumas.

• La vanidad es la necedad del egoísmo, y el orgullo, la insolencia de la vanidad.

• Huerta sin agua, casa sin tejado, mujer sin amor y marido descuidado, son cuatro cosas que lleva el diablo.

• Porque se engañan mucho los que creen que la modestia y la humildad se ocultan siempre bajo la librea de la pobreza. No: los remiendos y las casuchas abrigan a veces más orgullo que los palacios.

• En todas las cosas se apoya la mujer en el hombre menos en el dolor, que entonces se apoya en Dios.

• El amor platónico es el que se encierra en una mirada, en un suspiro o en una carta.

• La verdad no pierde por niña, ni la mentira gana por anciana.

• La gente del pueblo en España cree generalmente que el mejor medio de hacerse entender es hablar a gritos.

• El burro que más trabaja, más pronto rompe el aparejo.

• La mayor felicidad de la mujer es poder vanagloriarse de su marido.

• No está la felicidad en el cumplimiento de los deseos, sino que está en no tenerlo; que rico es el que posee, pero feliz el que nada desea.

• El maestro no perderá nunca su prestigio por ser severo a su debido tiempo. Al contrario, tal prestigio se alcanzará de ese modo.

• Es innegable que las cosas sencillas son las que más conmueven los corazones profundos y los grandes entendimientos.

• El misterio es un velo muy transparente, que pocas veces oculta lo que no honra.