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Galileo Galilei

Galileo Galilei fue un físico y astrónomo italiano, considerado el padre de la física y la astronomía moderna.
Nació el 15 de febrero de 1564, cerca de Pisa, Italia y fue el primero de los seis hijos de Vincenzo Galilei, un famoso laudista.

Estudió en el monasterio Camaldolese en Vallombrosa, 35 km al sureste de Florencia. Consideró seriamente el sacerdocio, pero instado por su padre, ingresó en la Universidad de Pisa en 1581, donde pretendía estudiar medicina. Al poco tiempo dejó la medicina por la filosofía y las matemáticas.

Galileo desempeñó un papel importante en la revolución científica durante el Renacimiento.
Considerado uno de los astrónomos, matemáticos y físicos más célebres e ilustres de la historia de la humanidad, a Galileo se le atribuye el desarrollo de gran parte de los conceptos modernos, que han demostrado ser la base de la investigación actual en varios campos.

Dejó de lado la astronomía, aunque a partir de 1595 se inclinó por la teoría de Copérnico, que afirmaba que la Tierra giraba alrededor del Sol.

Galileo falleció el 8 de enero de 1642, a los 77 años, en Florencia.

Fuente: buscabiografias.com

Frases y citas de Galileo Galilei (77)

Las matemáticas son el alfabeto con el cual Dios ha escrito el Universo.
La duda es la madre de la invención.
Nunca he conocido a un hombre tan ignorante que no pudiera aprender algo de él.

Las matemáticas son la llave y la puerta de las ciencias.
La vana presunción de entender todo, no puede tener otra base que nunca haber entendido nada.
La hipótesis es bonita; su único defecto es que no está demostrada ni es demostrable.
Si volviese a empezar mis estudios, debería seguir los consejos de Platón y comenzar con las ciencias matemáticas, que proceden con mucha cautela.
Puedes obligarme a decir lo que quieras; puedes vilipendiarme por decir lo que digo. Sin embargo, se mueve.
Tomen nota, teólogos, que en su deseo de hacer asuntos de fe a partir de proposiciones relacionadas con la solidez de la tierra y el sol, corren el riesgo de tener que condenar como herejes a aquellos que hablan de la verdad.
Los pocos que entienden el intelecto humano tienen un conocimiento igual a lo Divino.
La ignorancia es la madre de la maldad y de todos los demás vicios.
El vino es la luz del sol, mantenido junto por el agua.
Mide lo que es medible, y haz medible lo que no lo es.
No puedes enseñar nada a un hombre, pero puedes ayudarle a descubrirlo por sí mismo.

Algunos, además de la lealtad a su error original, poseen no sé qué fantasioso interés de permanecer hostiles, no tanto hacia las cosas en cuestión, como hacia su descubridor.
Si pudieras ver la tierra iluminada desde un lugar tan oscuro como la noche, te parecería más espléndido que la luna.

No admitiré nada establecido hasta que se haya demostrado rigurosamente.
Las leyes de la naturaleza están escritas en el lenguaje de las matemáticas... los símbolos son triángulos, círculos y otras figuras geométricas, sin cuya ayuda es imposible comprender una sola palabra.
Al estar infinitamente asombrado, también le doy gracias a Dios, que se ha complacido en hacerme el primer observador de cosas maravillosas, no reveladas a épocas pasadas.
Es muy piadoso y prudente afirmar que la Santa Biblia nunca puede decir mentiras, siempre que se comprenda su verdadero significado.
Digan lo que digan, la Tierra se mueve.
Infinito es el número de necios, de aquellos que no saben nada. Bastantes son los que saben poquísimo de filosofía, pocos son los que saben alguna cosilla pequeña, poquísimos los que saben alguna parte. Un solo Dios es el que lo sabe todo.
¿Quién se atrevería a afirmar que sabemos todo lo que hay que saber?
No puedo creer que Dios nos haya dotado de sentidos, palabra e intelecto, y haya querido, despreciando la posible utilización de estos, darnos por otro medio las informaciones que por aquellos podamos adquirir.
Mira ahora el poder de la verdad; el mismo experimento que a primera vista parecía mostrar una cosa, cuando se examina con más cuidado, nos asegura lo contrario.

¡Quién sabe, pero los hombres me reducirán de la profesión de filósofo a la de historiador de la Inquisición!
Con el tiempo, puedes descubrir todo lo que se puede descubrir, y, aun así, tu progreso solo estará progresando lejos de la humanidad.
La Vía Láctea no es más que una masa de innumerables estrellas dispuestas en grupos.
La Biblia es un libro sobre ir al cielo. No es un libro sobre cómo van los cielos.
Nadie puede negar que, a menudo, la Biblia es abstracta, y puede llegar a decir cosas muy diferentes las unas de las otras.
Digamos que existen dos tipos de mentes poéticas: una apta para inventar fábulas y otra dispuesta a creerlas.
La naturaleza es implacable e inmutable, y es indiferente si sus razones y acciones ocultas son comprensibles para el hombre o no.
La ciencia procede más por lo que ha aprendido a ignorar que por lo que tiene en cuenta.

Primero que todo, vi la Luna tan cerca como si estuviese apenas a una distancia de dos semidiámetros de la Tierra. Después de la Luna, observé frecuentemente otros cuerpos celestes, tanto estrellas fijas como planetas, con increíble deleite.
Demostrando un mayor afecto por sus propias opiniones que por la verdad, buscaron negar y refutar las cosas nuevas que, si se hubieran preocupado por buscarse, sus propios sentidos les habrían demostrado.
La mejor ciencia no se aprende en los libros; el sabio más grande y mejor maestro es la Naturaleza.

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Los beneficios deben escribirse en bronce, y las injurias en el aire.
La naturaleza... Es inexorable e inmutable; ella nunca transgrede las leyes que se le imponen, ni le importa si sus razones y métodos de operación son comprensibles para los hombres.
La mayor sabiduría es conocerse a uno mismo.
Pienso que en la discusión de los problemas naturales debemos comenzar no con las Escrituras, sino con experimentos y demostraciones.
La filosofía está escrita en ese gran libro del universo, que está continuamente abierto ante nosotros para que lo observemos.
Al negar los principios científicos, uno puede mantener cualquier paradoja.
Todas las verdades son fáciles de entender, una vez descubiertas. La cuestión es descubrirlas.
La cantidad de personas que pueden razonar bien es mucho menor que aquellas que pueden razonar mal.
Para entender el Universo, debes entender el lenguaje en el que está escrito, el lenguaje de las matemáticas.
La filosofía en sí no puede menos que beneficiarse de nuestras disputas, ya que, si nuestras concepciones demuestran ser ciertas, se lograrán nuevos logros; Si es falso, su refutación confirmará aún más las doctrinas originales.
El fin de la ciencia no es abrir la puerta al saber eterno, sino poner límite al error eterno.

Me molesta cuando restringen la ciencia por la autoridad de las Escrituras y, sin embargo, no se consideran obligados a responder a la razón y al experimento.
Se me ha juzgado vehementemente sospechoso de herejía, es decir, de haber sostenido y creído que el sol se encuentra en el centro del universo e inmóvil, y que la tierra no está en el centro del mismo, y que se mueve.

La pasión es la génesis del genio.
Donde los sentidos nos fallan, la razón debe intervenir.
Hablar oscuramente lo sabe hacer cualquiera, pero con claridad, poquísimos.
El sol, con todos esos planetas que giran alrededor de él y dependen de él, todavía puede madurar un racimo de uvas como si no tuviera nada más que hacer en el universo.
Los que dependen de las observaciones manifiestas filosofarán mejor que los que persisten en opiniones repugnantes para los sentidos.
En mis estudios de astronomía y filosofía sostengo esta opinión sobre el universo, que el Sol permanece fijo en el centro del círculo de cuerpos celestes, sin cambiar su lugar; y la Tierra, girándose sobre sí misma, se mueve alrededor del sol.
Rogaría a los sabios y sabios padres de la iglesia que consideren con toda diligencia la diferencia que existe entre cuestiones de mera opinión y cuestiones de demostración.
La prohibición de la ciencia sería contraria a la Biblia, que en cientos de lugares nos enseña cómo la grandeza y la gloria de Dios brillan maravillosamente en todas sus obras, y debe leerse sobre todo en el libro abierto de los cielos.
Dios pudo haber hecho que las aves volaran con sus huesos de oro y con sus venas de plata, pero Él no lo hizo. Y eso debería demostrar algo.
He amado a las estrellas con demasiado cariño como para tener miedo de la noche.
En cuestiones de ciencia, la autoridad de mil no vale el razonamiento humilde de un solo individuo.
Pero recordemos que estamos tratando con infinitos e indivisibles, los cuales trascienden nuestra comprensión finita, los primeros por su magnitud, los últimos por su pequeñez.
Yo, Galileo, hijo del difunto Vicenzo Galilei, juro que nunca dije que los números primos son inútiles. Lo que dije fue que no puedes contar los cráteres lunares contando 2, 3, 5, 7.
La filosofía está escrita en este grandísimo libro que continuamente está abierto a nosotros: el universo; pero no se puede entender si no se aprende la lengua y los caracteres con los que está escrito.
En lo que respecta a los filósofos, si son verdaderos filósofos, es decir, amantes de la verdad, no deben irritarse porque la tierra se mueva.

Con respecto a las cuestiones que requieren reflexión: cuanto menos las conocen y entienden, más positivamente intentan discutir sobre ellas las personas.
La doctrina de que la Tierra es el centro del universo y está inmóvil es absurda, y tanto filosófica como teológicamente falsa, y al menos un error de fe.
Fue bien dicho por su excelencia que la Sagrada Escritura no puede errar. Pero debería haber agregado que, sus expositores e intérpretes son susceptibles de errar de muchas maneras.
Si comenzase de nuevo mis estudios, seguiría el consejo de Platón y comenzaría con las matemáticas.
Dos verdades no pueden contradecirse entre sí.
Es una vista hermosa y encantadora ver el cuerpo de la Luna.
No ocurre nada contrario a la naturaleza... excepto lo imposible, y eso nunca ocurre.
La tierra, en un intercambio justo y agradecido, devuelve a la luna una iluminación similar a la que recibe de ella durante casi toda la oscuridad más oscura de la noche.
Si los filósofos se dan cuenta de que han tenido una creencia falsa, deberían agradecer a aquellos que les han mostrado la verdad.
Mandar a los profesores de astronomía que refuten sus propias observaciones, es ordenarles que no vean lo que ven y que no entiendan lo que entienden.
Seguramente es perjudicial para las almas hacer que sea una herejía creer lo que se prueba.
Para ser humanos, siempre debemos estar listos para pronunciar esa declaración sabia, ingeniosa y modesta “No sé”.
Hay que decir que hay tantas plazas como números.