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(Garcilaso de la Vega)

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Garcilaso de la Vega

Garcilaso de la Vega

Garcilaso de la Vega fue un poeta y militar español del Siglo de Oro.
    Nació en 1501 en el seno de una familia ilustre de Toledo, España.
    Fue el tercer hijo de Garcilaso de la Vega, señor de Arcos y comendador mayor de León en la Orden de Santiago, y de Sancha de Guzmán, señora de Batres y de Cuerva.


Desde muy joven entró al servicio de Carlos I.
    Entre 1520 y 1523 fue nombrado miembro de la Corte, Caballero de Santiago y armado caballero.


Contrajo matrimonio en 1525 con Elena de Zúñiga dama de doña Leonor, hermana de Carlos I y con la que con la que tuvo tres hijos: Garcilaso, Íñigo de Zúñiga y Pedro de Guzmán.
    Viajó a Italia entre 1529 y 1530 en compañía de Carlos I para que éste reciba la corona imperial de manos del papa Clemente VII. Cuando regresan a España, asiste a la boda de su sobrino, que no había autorizado el Emperador, por lo que sufre destierro en una isla del Danubio.


Fue autor de una corta producción de versos que no publicó en vida. Tras su fallecimiento, la viuda de su amigo Juan Boscán reunió los manuscritos, los revisó y publicó en Barcelona bajo el título de Las obras de Boscán y algunas de Garcilaso de la Vega (1543).
    Garcilaso falleció el 14 de octubre de 1536 en Niza, Francia.

Fuente: buscabiografias.com

Frases y citas de Garcilaso de la Vega (54)

  • La vida es corta: viviendo todo falta, muriendo todo sobra.

  • ¿Quién me dijera, cuando las pasadas horas que en tanto bien por vos me vía, que me habiáis de ser en algún día con tan grave dolor representadas?

  • Siento el dolor menguarme poco a poco, no porque ser le sienta más sencillo, más fallece el sentir para sentillo, después que de sentillo estoy tan loco.

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  • Yo acabaré, que me entregué sin arte a quien sabrá perderme y acabarme, si quisiere, y aun sabrá querello.

  • Vuelve y revuelve amor mi pensamiento, hiere y enciende el alma temerosa, y en llanto y en ceniza me deshago.

  • Yo, porque voy sin otra compañía, sino la que me hace el desatino, ella, porque la lleve aquel que vino a hacerla decir más que querría.

  • Aplica, pues, un rato los sentidos al bajo son de mi zampoña ruda, indigna de llegar a tus oídos.

  • Y si quiero subir a la alta cumbre, a cada paso espántanme en la vía, ejemplos tristes de los que han caído.

  • Salid sin duelo, lágrimas corriendo.

  • Aqueste es de los hombres el oficio: tentar el mal, y si es malo el suceso, pedir con humildad perdón del vicio.

  • Ella en mi corazón metió la mano, y de allí me llevó mi dulce prenda: que aquel era su nido y su morada.

  • Y así se quedan tristes en la puerta hecha, por mi dolor, con esa mano que aun a su mismo pecho no perdona.

  • Mi vida no sé en qué se ha sostenido, si no es en haber sido yo guardado para que sólo en mí fuese probado cuanto corta una espada en un rendido.

  • ¿Qué culpa tengo yo del desvarío de mi lengua, si estoy en tanto mal, que el sufrimiento ya me desconoce?

  • Un rato se levanta mi esperanza: mas, cansada de haberse levantado, torna a caer, que deja, mal mi grado, libre el lugar a la desconfianza.

  • Tu templo y sus paredes he vestido de mis mojadas ropas y adornado, como acontece a quien ha ya escapado libre de la tormenta en que se vido.

  • Estoy muriendo, y aun la vida temo; témola con razón, pues tú me dejas; que no hay, sin ti, el vivir para que sea.

  • Aquel que fue la causa de tal daño, a fuerza de llorar, crecer hacía este árbol que con lágrimas regaba.

  • El corazón dispone a la alegría que vecina tenía, y reserena su rostro, y enajena de sus ojos muerte, daños, enojos, sangre y guerra.

  • Amor, amor, un hábito vestí el cual de vuestro paño fue cortado; al vestir ancho fue, más apretado y estrecho cuando estuvo sobre mí.

  • En tanto que de rosa y azucena se muestra el color de vuestro gesto, y que vuestro mirar ardiente, honesto enciende el corazón y lo refrena...

  • Yo no nací sino para quereros; mi alma os ha cortado a su medida; por hábito del alma mismo os quiero.

  • En esta diferencia mis sentidos están, en vuestra ausencia y en porfía, no sé ya qué hacerme en tal tamaño.

  • Ausente, en la memoria la imagino; mis espirtus, pensando que la vían, se mueven y se encienden sin medida.

  • Pensando que el camino iba derecho, vine a parar en tanta desventura, que imaginar no puedo, aún con locura, algo de que esté un rato satisfecho.

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  • ¿Por qué no ablandará mi trabajosa vida, en miseria y lágrimas pasada, un corazón conmigo endurecido?

  • No pierda más quien ha tanto perdido, bástate, amor, lo que ha por mí pasado; válgame agora jamás haber probado a defenderme de lo que has querido.

  • Si alguna parte queda por ventura de mi razón, por mí no osa mostrarse; que en tal contradicción no está segura.

  • ¿Dó están agora esos claros ojos que llevaban tras sí, como colgada, mi alma doquier que ellos se volvían?

  • Culpa debe ser quereros, según lo que en mí hacéis, mas allá lo pagaréis do no sabrán conoceros, por mal que me conocéis.

  • Mas yo haré que aquesta ofensa cara le cueste al ofensor, ya que estoy sano, libre, desesperado y ofendido.

  • Mas luego a la memoria se m'ofrece aquella noche tenebrosa, escura, que siempre aflige esta ánima mezquina con la memoria de mi desventura.

  • No me podrán quitar el dolorido sentir, si ya primero no me quitan el sentido.

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  • Contigo, mano a mano busquemos otros prados y otros ríos, otros valles floridos y sombríos, donde descanse, y siempre pueda verte ante los ojos míos, sin miedo y sobresalto de perderte.

  • Mas infición del aire en sólo un día me quitó el mundo, y me ha en ti sepultado, Parténope, tan lejos de mi tierra.

  • Dentro de mi alma fue de mí engendrado un dulce amor, y de mi sentimiento tan aprobado fue su nacimiento como de un solo hijo deseado.

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  • De tus rubios cabellos, ¿dónde, ingrata mía, hizo el Amor la cuerda para el homicida?

  • Más a las veces son mejor oídos el puro ingenio y lengua casi muda, testigos limpios de ánimo inocente, que la curiosidad del elocuente.

  • Cuanto tengo confieso yo deberos; por vos nací, por vos tengo la vida, por vos he de morir, y por vos muero.

  • Pero por más que en mí su fuerza pruebe no tomará mi corazón mudable; nunca dirán jamás que me remueve fortuna de un estudio tan loable.

  • Del sueño, si hay alguno, aquella parte sola, que es imagen de la muerte, se aviene con el alma fatigada.

  • Marchitará la rosa el viento helado, todo lo mudará la edad ligera por no hacer mudanza en su costumbre.

  • Estoy continuo en lágrimas bañado, rompiendo el aire siempre con suspiros; y más me duele el no osar deciros que he llegado por vos a tal estado.

  • No me aprovecha verme cual me veo, o muy aventurado o muy medroso, en tanta confusión que nunca oso fiar el mal de mí que lo poseo.

  • Hasta que aquella eterna noche oscura me cierre aquestos ojos que te vieron, dejándome con otros que te vean.

  • Basta saber que aquesta tan sencilla y tan pura amistad quiso mi hado en diferente especie convertilla, en un amor tan fuerte y tan sobrado, y en un desasosiego no creíble, tal que no me conozco de trocado.

  • Movióme a compasión ver su accidente; díjele, lastimado: “Ten paciencia, que yo alcanzo razón, y estoy ausente”

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  • Nadie puede ser dichoso, señora, ni desdichado, sino que os haya mirado.

  • Julio, después que me partí llorando de quien jamás mi pensamiento parte, y dejé de mi alma aquella parte que al cuerpo vida y fuerza estaba dando.

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  • Cuando me paro a contemplar mi estado y a ver los pasos por dó me ha traído, hallo, según por do anduve perdido, que a mayor mal pudiera haber llegado.

  • Echado está por tierra el fundamento que mi vivir cansado sostenía.

  • ¡Oh cuánto bien se acaba en solo un día! ¡Oh cuántas esperanzas lleva el viento!

  • El sol tiende los rayos de su lumbre por montes y por valles, despertando las aves y animales y la gente: cuál por el aire claro va volando, cuál por el verde valle o alta cumbre paciendo va segura y libremente.

  • Cuanto del largo cielo se desea, cuanto sobre la tierra se procura, todo se halla en vos de parte a parte.

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Vista del mar desde la terraza
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Terraza con mesa y sombrilla
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Entrada del apartamento
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Salon con ventanal a la terraza
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Parte del salon, cocina y vista de la terraza
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Vista del salon del apartamento
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Cocina con salida a terraza
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Dormitorio
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Baño con plato de ducha
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Piscina de la comunidad

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