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Anne-Louise Germaine Necker

Anne-Louise Germaine Necker (1766 París), conocida como Madame de Staël, fue una escritora, filósofa y tertuliana francesa de origen suizo.
De formación académica y humanista, Mademe de Staël destacó en el París pre-revolucionario como anfitriona de importantes tertulias, tanto políticas como literarias. Activa durante la Revolución Francesa, abandonó Francia por Suiza como tantos otros nobles de su época.

Es en su exilio cuando comienza su producción literaria, cuya temática lleva a incluirla dentro del primer romanticismo, con obras como Delphine. Tras la llegada al poder de Napoleón, volvió a París aunque su participación en el mundo de la política en contra del Emperador forzó de nuevo su marcha.

Asentada en Alemania, Madame de Staël vuelve a formar un grupo de tertulia muy importante, además de entrar en contacto con otros autores románticos como Goethe o Schiller.
Falleció en París el 14 de julio de 1817.

Fuente: lecturalia.com

Frases y citas de Anne-Louise Germaine Necker (59)

La libertad es incompatible con el amor. Un amante es siempre un esclavo.
La negligencia de los deberes menudos sirve de aprendizaje para las faltas grandes.
Saber y sentir, he aquí toda la educación.

El hombre tiene tal sentimiento de lo transitorio de su ser, que en presencia de algo inmutable siempre experimenta cierta emoción.
Para hallar algún encanto en nuestros ensueños, es preciso, así en la felicidad como en la desgracia, estar en paz con nosotros mismos.
Cuando sufrimos, nos persuadimos fácilmente que es por culpa nuestra; las tristezas violentas llevan la turbación hasta nuestra conciencia.
Al inteligente se le puede convencer; al tonto, persuadir.
Cuando alguien ha sufrido largo tiempo, una invencible desconfianza le retrae de entregarse a sus primeros impulsos; todas las decisiones irrevocables, aun aquellas que el corazón parece exigir, le causan espanto.
El remordimiento es el dolor del alma que el tiempo y la reflexión no dejan calmar jamás.
En asuntos del corazón, nada es verdad excepto lo improbable.
Es fácil ser mujer cuando se es insensible.
El hombre celoso no es el amante que ama; es el propietario que se enfada.
La meditación religiosa es el sentimiento más íntimo que el hombre puede experimentar.
El ingenio consiste en apreciar el parecido de cosas que difieren entre sí, y la diferencia de cosas entre, sí iguales.

El misterio de la vida es la conexión entre nuestros errores y nuestros infortunios.
El amor, que no es más que un episodio en la vida de los hombres, es la historia entera en la vida de las mujeres.

Cuando los designios de la providencia están cumplidos en nosotros, una música interior nos prepara a la llegada del ángel de la muerte.
Lo más grande que ha hecho el hombre se debe al doloroso sentimiento de lo incompleto de su destino.
Los hombres se equivocan del egoísmo, las mujeres porque son débiles.
El talento no impide tener manías, pero las hace más notables.
El amor es la historia de la vida de las mujeres y un episodio en la de los hombres.
Las mujeres no miden jamás los sacrificios; ni los suyos, ni los de los demás.
La inteligencia humana hace continuos progresos, pero estos progresos son en linea espiral.
Existe una opinión más discreta que la del hombre de mayor talento, y es la del público.
Viajar es uno de los placeres más tristes de la vida.

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Aprende Más

La emoción del peligro: ella alivia el peso del dolor, nos reconcilia un momento con esta vida que acabamos de reconquistar y que es tan fácil de perder.
Comprender es perdonar.
Comprenderlo todo hace ser muy indulgente.
El desengaño camina sonriendo detrás del entusiasmo.
Cuando un amigo advierte que lo necesitamos de un modo apremiante, siempre pierde cordialidad.
Matrimonio, es decir, la asociación de todos los sentimientos y de todos los pensamientos.
El dolor siempre cumple lo que promete.
Los placeres del pensamiento son un eficaz remedio para las heridas del corazón.

Los sentimientos poco profundos tienen muchas veces larga duración; nada los rompe, porque nada los aglutina; se amoldan a las circunstancias, desaparecen y vuelven a aparecer con ellas; mientras que los afectos fuertes se destruyen sin remedio y no dejan en su lugar más que una herida dolorosa.
La voz de la conciencia es tan delicada que es fácil de suprimirla; pero es también tan vacía que es imposible errarle.
La filosofía debe descansar sobre dos bases: la moral y el cálculo.

El amor es un símbolo de eternidad. Barre todo sentido del tiempo, destruyendo todo recuerdo de un principio y todo temor a un fin.
A nadie le gusta jugar al ajedrez mientras cae por un abismo.
La música refuerza la idea que tenemos de las facultades de nuestra propia alma; cuando la oímos, nos sentimos capaces de los más nobles esfuerzos.
Aspirar es privilegio de mujer.
Los hombres se empeñan en creer que lo que es seguirá siendo.
Los hombres no cambian, se desenmascaran.
El genio es en esencia creador.
La felicidad consiste en el desarrollo de nuestras facultades.
La murmuración se parece al humo porque se disipa pronto, pero ennegrece todo lo que toca.
Hay situaciones en la vida en que, aun sacrificándose, no sabe uno cómo cumplir con todos sus deberes.
La oración en común, cualquiera que sea su lengua y rito, constituye la más emocionante fraternidad de esperanzas y simpatías que pueden los hombres constituir en este mundo.

No sé exactamente que debemos creer, pero debemos creer. El siglo XVIII no hizo más que negar. El espíritu humano vive de sus creencias. Adquirid fe a través del cristianismo o de la filosofía alemana, o simplemente del entusiasmo, pero creed en algo.
Me siento feliz de no ser hombre y verme en el caso de tener que casarme con una mujer.

Cuando uno escribe para satisfacer la inspiración interior del alma, uno da a conocer por lo escrito, aun sin quererlo, hasta la más mínima fibra de su ser y de su pensamiento.
Inocencia en el genio y candor en el poder, ambas nobles cualidades.
El hombre debe permanecer alejado para siempre de quienes han perdido su estimación.
Cuando somos capaces de conocernos a nosotros mismos, rara vez nos equivocamos sobre nuestro destino.
Cuando alguien se ha habituado en ciertos lugares a una dulce monotonía, no apetece ningún género de distracciones, ni aun por una sola vez, con el fin de no llegar a descubrir que se aburre todos los días.
Ante las gentes de espíritu ligero nos avergonzamos de mostrar afectos profundos.
El valor nada puede contra la conciencia. Teniendo de ella su origen, ¿cómo iba a triunfar sobre ella?
Nunca se perdona bastante, pero se olvida demasiado.
El amor es un egoísmo de dos personas.
Siembre buenos hechos. Dulces recuerdos saldrán de ellos.