Frases célebres

Buscar frases por:

Noel Clarasó

Noel Clarasó i Serrat, Alejandría (Egipto) 1906 – Barcelona, 1985. Escritor, a lo largo de su vida, utilizó dos seudónimos literarios: Jorge Dearán y León Daudí.

Hijo del escultor Enric Clarasó, llevó una vida viajera y errabunda durante la niñez y mocedad. Licenciado en Filosofía y Letras y en Derecho por las Universidades de Madrid y Barcelona, respectivamente, se convirtió pronto en empresario del mundo del espectáculo y recorrió gran número de países. Atraído luego por la botánica, trabajó en el Jardín Botánico de Marimurtra de Blanes (Gerona), fue miembro muy activo del Patronato de la Fundación Carlos Faust y, ulteriormente, estuvo estrechamente vinculado también al Jardín Botánico de Barcelona. Avecindado definitivamente en ésta tras la Segunda Guerra Mundial, se consagró a una trepidante actividad literaria, en la que llegó a cultivar todos los géneros, desde la novela al artículo periodístico en los más prestigiosos diarios y revistas nacionales.

Dueño de un envidiable talento divulgador y de una pluma de los más amplios registros, difundió una visión del mundo bienhumorada y un tanto escéptica, que halló notable eco en las clases medias y burguesas de su época, durante la que fue en ciertos ambientes un auténtico maître à penser.

Fuente: Real Academia de la Historia

Frases y citas de Noel Clarasó (55)

• El hombre se dedica a desear en voz alta aquello que jamás se esfuerza en alcanzar.

• Los humoristas y los filósofos dicen muchas tonterías, pero los filósofos son más ingenuos y las dicen sin querer.

• El que no lleva la belleza dentro del alma no la encontrará en ninguna parte.

• Hay que tener en cuenta que aunque el hombre se siente capaz de todo por amor, el amor no aumenta en nada la habilidad personal.

• Una de las leyes fundamentales de la cortesía es la resistencia al primer impulso.

• En cada amanecer hay un vivo poema de esperanza, y, al acostarnos, pensemos que amanecerá.

• No pierdas tan bellas ocasiones de callar, como a diario te ofrecerá la vida.

• Un hombre de Estado es el que se pasa la mitad de su vida haciendo leyes, y la otra mitad ayudando a sus amigos a no cumplirlas.

• Uno de los grandes secretos del trato con los hombres consiste, para los inteligentes, en fingir menos inteligencia de la que tiene, y para los tontos, en fingir más.

• El amor es el único deporte que no se interrumpe por falta de luz.

• Las grandes ideas son aquellas de las que lo único que nos sorprende es que no se nos hayan ocurrido antes.

• La mujer de otro, si nos gusta, tiene una ventaja: que ya es de otro. Y si no nos gusta, esta ventaja aparece mucho más clara.

• Todos los hombres tienen una mujer en el pensamiento; los casados, además, tienen otra en casa.

• La vida es un naufragio en el que, a última hora, sólo se salva el barco.

• Morir por la patria es una gloria; pero son más útiles los que saben hacer morir por la patria a los soldados enemigos.

• Hay dos clases de virtudes: las que hacen ganar el cielo y las que hacen ganar la tierra.

• Hay mucha gente que cuando ha de hacer algo, hace algo; aunque no sea exactamente lo que ha de hacer.

• Ante una lista de candidatos se piensa que, felizmente, sólo puede ser elegido uno.

• Cuando se habla de estar enamorado como un loco se exagera; en general, se está enamorado como un tonto.

• Media humanidad se ríe de la otra media, pero unos tienen gracia y los otros no.

• Cita siempre errores propios antes de referirte a los ajenos. Así nunca parecerá que presumas.

• Odiar es un despilfarro de corazón, y el corazón es nuestro mayor tesoro.

• Todo viejo amor es un recuerdo agradable mientras no interviene la persona que lo inspiró.

• No importa que las mujeres nos fastidien; lo que no soportamos es que nos fastidie siempre la misma.

• Todo el mundo cuenta como ganó sus primeras cien pesetas; nadie cuenta como ganó su último millón.

• El reparto más equitativo que existe es el de la inteligencia: todo el mundo cree tener suficiente.

• El hombre no es menos partidario del matrimonio que la mujer; las estadísticas demuestran que el cincuenta por ciento de los casados son hombres.