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Más frases de Benito Pérez Galdós (110)

• ¿Zaragoza se rendirá? La muerte al que esto diga. Zaragoza no se rinde. La reducirán a polvo: de sus históricas casas no quedará ladrillo sobre ladrillo; caerán sus cien templos; su suelo abriráse vomitando llamas; y lanzados al aire los cimientos, caerán las tejas al fondo de los pozos; pero entre los escombros y entre los muertos habrá siempre una lengua viva para decir que Zaragoza no se rinde.

• Ejercía sobre ella su dueño un despotismo que podremos llamar seductor, imponiéndole su voluntad con firmeza endulzada, a veces con mimos o carantoñas, y destruyendo en ella toda iniciativa que no fuera de cosas accesorias y sin importancia.

• Su dentadura había salido con tanta desigualdad que cada pieza estaba, como si dijéramos, donde le daba la gana.

• Más sabe el que vive sin querer saber que el que quiere saber sin vivir.

• En mi salvaje independencia llevo dentro una luz espiritual que me hace amable y placentera la vida.

• El mal, en cualquier forma que tome dentro de lo humano, no tiene significación alguna para un alma fuerte, aplomada y segura de sí misma.

• El país desea tener un cambio de postura, pero antes quiere garantías. Hagamos la revolución en las conciencias para luego hacer la política.

• Pablo Iglesias nos ha dado la pauta; no discute, edifica.

• Rara vez os acercáis a un pobre para saber de su misma boca la causa de su miseria... ni para observar qué clase de miseria le aqueja, pues hay algunas tan extraordinarias, que no se alivian con la fácil limosna del ochavo... ni tampoco con el mendrugo de pan....

• No es impropio el llanto en las grandes almas; antes bien, indica el consorcio fecundo de la delicadeza de sentimientos con la energía de carácter.

• En España, donde hay ladrones tan poéticos, tan caballerescos, que casi son los únicos caballeros del país.

• Somos granujas; no somos aún la humanidad, pero sí un croquis de ella. España, somos tus polluelos, y cansados de jugar a los toros, jugamos a la guerra civil.

• El predicador que no practica lo que dice, no es predicador, sino un púlpito que habla.

• ¿Para qué son las guerras, Dios mío? ¿Por qué estos hombres no han de ser amigos en todas las ocasiones de la vida como lo son en las de peligro? Esto que veo, ¿no prueba que todos los hombres son hermanos?

• En aquel momento sus ojos miraban en derredor, asombrados, asustados, con melancolía y vaguedad, como el que no ha visto nunca un horizonte y lo ve por primera vez.

• ...mar donde el pensamiento navega a su antojo sin llegar jamás a ninguna orilla.

• Los ciegos serían felices en este país, que para la lengua es paraíso y para los ojos infierno.

• Más días hay que longanizas.

• Era aquello un nido, una hechura de políticos, de periodistas, de tribunos, de agitadores, de ministros, y daba gusto ver con cuánto donaire rompían el cascarón los traviesos polluelos.

• Vivir es relacionarse, gozar y padecer, desear, aborrecer y amar. La lectura es vida artificial y prestada, el usufructo, mediante una función cerebral, de las ideas y sensaciones ajenas, la adquisición de los tesoros de la verdad humana por compra o por estafa, no por el trabajo. No.

• Frente a cada escuela católica hay que levantar una laica.

• Los republicanos estamos obligados a abandonar las intrigas y chismorreos, dedicándonos a cumplir el programa como si estuviese instaurada la República.

• Los pensamientos que huyen cuando somos vencidos por el sueño, suelen quedarse en acecho para volver a ocuparnos bruscamente cuando despertamos.

• No se pasa de la ceguera a la luz, no se entra en los soberanos dominios del sol como quien entra en un teatro. Es este un nacimiento en que hay también mucho dolor.

• Los poetas copian de sus predecesores, los cuales copiaron de otros más antiguos, y mientras fabrican este mundo vano, no advierten que la naturaleza y la sociedad van creando a escondidas del público y recatándose de la imprenta mil novedades que espantan o enamoran.

• Familiarizada la sociedad con su lepra, ya ni siquiera se rasca, porque ya no le escuece.

• En la esfera moral, la experiencia ha hecho más adeptos que los sermones, y la desgracia más cristianos que el catecismo.

• Eso sí: tenía el genio fuerte y no consentía la más pequeña falta; pero su mucho rigor nos obligaba a quererle más, porque el capitán que se hace temer por severo, si a la severidad acompaña la justicia, infunde respeto, y, por último, se conquista el cariño de la gente.

• Hijo mío, ve aprendiendo, ve aprendiendo para cuando seas hombre. Del que está caído nadie se acuerda y lo que hacen es patearle y destrozarle para que no se pueda levantar...

• La base de la estrategia del guerrillero es el arte de reunirse y dispersarse. Se condensan para caer como la lluvia.

• Nuestra imaginación es la que ve y no los ojos.

• El miedo es la forma de nuestra subordinación a las leyes físicas.

• Bien puede decirse que la estrategia, y la fuerza y la táctica, que son cosas humanas, no pueden ni podrán nunca nada contra el entusiasmo, que es divino.

• Que cada cual siga su inclinación, pues las inclinaciones suelen ser rayas o vías trazadas por un dedo muy alto, y nadie, por mucho que sepa sabe más que el destino.

• La falta de educación es para el pobre una desventaja mayor que la pobreza.

• A veces el que tiene más ojos ve menos.

• Existe el goce del trabajo, que es el primero de todos los goces.

• ¡Qué indignidad! ¡Los perdidos, los tunantes, los mentirosos y falsarios quieren reformar el mundo!...

• Las cosas extrañas y dramáticas suelen verse antes en la vida real que en los libros, llenos de ficciones convencionales y que se reproducen unas a otras.

• Lo que entra por la boca no daña al alma.

• ¿O es que la caridad es una para el caballero de levita, y otra para el pobre desnudo?

• Estos hombres malos son los que engañan a los demás, a todos estos infelices que van a pelear; y para que el engaño sea completo, les impulsan a odiar a otras naciones; siembran la discordia, fomentan la envidia, y aquí tienen ustedes el resultado.

• Esto es insoportable. Esto es nauseabundo. En este partido se tropieza por excepción con hombres sinceramente republicanos, con hombres que deseen el advenimiento de la República.

• El dinero lo ganan todos aquellos que con paciencia y fina observación van detrás de los que lo pierden.

• No hay felicidad que no tenga un pero.

• Asusta pensar que acaso las admiraciones más sinceras que tenemos son las de las personas que no nos han comprendido.

• Se ha declamado mucho contra el positivismo de las ciudades, plaga que entre las galas y el esplendor de la cultura corroe los cimientos morales de la sociedad; pero hay una plaga más terrible, y es el positivismo de las aldeas, que petrifica millones de seres, matando en ellos toda ambición noble y encerrándoles en el círculo de una existencia mecánica, brutal y tenebrosa.

• La religión, entiendo yo, es el ropaje magnífico con que visten la nada para que no nos horrorice...

• Si, Dios no nos ha dado alas; en cambio nos ha dado el pensamiento, que vuela más que todos los pájaros, porque llega hasta el mismo Dios...

• Lo que se entierra, Nela, no es más que un despojo, un barro inservible que no puede pensar, ni sentir, ni tampoco ver.

• Padre nuestro que estás en los cielos, sálvanos... Ello es que nos salvamos. Yo aprendí a leer y enseñé a leer a mi hermano.

• La patria, señor inglés, es la madre común, que lo mismo cría y agasaja al hijo deforme y feo que al hermoso y robusto. Olvidarla es de ingratos; pero menospreciarla en público indica sentimientos quizás peores que la ingratitud.

• Yo... también te perdonaría... si pudieran ir juntos el perdón y el desprecio.

• Lo desconocido y misterioso busca sus prosélitos en el reino de la desesperación, habitado por las almas que en ninguna parte hallan consuelo.

• Bienaventurados los brutos, porque de ellos es el reino... de la Administración.

• Desde que te quiero -a su amigo decía-, no tengo miedo a nada, ni a los toros ni a los ladrones. Me siento valiente hasta el heroísmo, y ni la serpiente boa ni el león de la selva me harían pestañear.