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(Félix María de Samaniego)

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Félix María de Samaniego

Félix María de Samaniego

Félix María Serafín Sánchez de Samaniego Zabala fue un escritor, poeta , fabulista, músico y dramaturgo que nació el 12 de octubre de 1745 en Laguardia, Álava.


Hijo de Félix Ignacio Sánchez de Samaniego y de Juana María Teresa Zabala, padres de nueve hijos. Se crió en el seno de una familia noble.
    Asistió a un colegio municipal de Bayona, regentado por los jesuitas, en el que estudió Humanidades. Abandonó los estudios de Derecho en Valladolid y viajó por Francia.
    De regreso a España, ejerció como director del Seminario de Nobles de Vergara y participó en la Sociedad Vascongada de Amigos del País.


Se casó en 1767 con Manuela de Salcedo, de una renombrada familia bilbaína.
    En 1793, fue denunciado ante la Inquisición por tenencia de libros prohibidos, aunque pudo evadirse gracias a su amigo Llaguno y Amírola, ministro de Justicia.

    Escribió las Fábulas morales (1781), con el fin de instruir a sus alumnos. Constituyen una colección de 137 apólogos que toman sus temas de Esopo, Fedro, La Fontaine y John Gay. Sus principales fábulas son: La paloma, Congreso de ratones, La cigarra y la hormiga, El perro y el cocodrilo y La zorra y las uvas.

    Félix María Samaniego falleció el 11 de agosto de 1801 en Laguardia. Fue enterrado en la capilla de la Piedad de la iglesia de San Juan, donde la familia poseía una sepultura.

Fuente: buscabiografias.com

Frases y citas de Félix María de Samaniego (32)

  • Todo varón prudente, aconseja en el tiempo conveniente; que es hacer de la ciencia vano alarde dar el consejo cuando llega tarde.

  • Y así tenga sabido que lo importante y raro no es entender de todo, sino ser diestro en algo.

  • Es el peor enemigo el que aparenta no poder causar daño, porque intenta, inspirando confianza, asegurar su golpe de venganza.

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  • Nada teme perder quien nada tiene.

  • En casa de un cerrajero entró la Serpiente un día, y la insensata mordía en una Lima de acero. Díjole la Lima: “El mal, necia, será para ti; ¿Cómo has de hacer mella en mí, que hago polvos el metal?”. Quien pretende sin razón al más fuerte derribar no consigue sino dar coces contra el aguijón.

  • Quien al poder se acoja de un malvado, será, en vez de feliz, un desdichado.

  • No anheles el bien futuro: mira que ni el presente está seguro.

  • Tenga paciencia quien se cree infelice; que aun en la situación más lamentable, es la vida del hombre siempre amable.

  • El apetito ciego ¡A cuántos precipita, que por lograr un nada, un todo sacrifican!

  • En una humilde aldea el Jueves Santo la pasión predicaban y, entre tanto, los payos del lugar que la escuchaban a lo vivo la acción representaban, imitando los varios personajes en la figura, el gesto y los ropajes. Para el papel sagrado de nuestro Redentor crucificado eligieron un mozo bien fornido que, en la cruz extendido con una tuniquita en la cintura mostraba en lo restante su figura, a los tiernos oyentes, en pelota, para excitar su compasión devota.

  • Prestad auxilio si queréis hallarlo.

  • Es de suma importancia tener en los trabajos tolerancia; pues la impaciencia en la contraria suerte es un mal más amargo que la muerte.

  • Yo venero tu sentir en esto de no seguir del enemigo el consejo.

  • El guardia la obedece metiéndose en el lecho que le ofrece, cuyo calor benéfico al momento le templa el instrumento, y mucho más sintiendo los abrazos con que en amantes lazos la dama que le entona expresiva y traviesa le aprisiona.

  • ¡Cuántos chascos se llevan en la vida los que no miran más que la apariencia!

  • Si al evitar los riesgos la razón no nos guía, por huir de un tropiezo, damos mortal caída.

  • Quien oye aduladores, nunca espere otro premio.

  • El mérito aparente es digno de desprecio; la virtud solamente es del hombre el ornato verdadero.

  • Un convento ejemplar benedictino a grave aflicción vino porque en él se soltó con ciega furia el demonio tenaz de la lujuria, de modo que en tres pies continuamente estaba aquel rebaño penitente. Al principio, callando con prudencia, hacía cada monje la experiencia de sujetar con mortificaciones las fuertes tentaciones.

  • Procure ser en todo lo posible el que ha de reprender irreprensible.

  • ¡Cuántas veces resulta de un engaño, contra el engañador el mayor daño!

  • Dijo la zorra al busto, después de olerlo: Tu cabeza es hermosa, pero sin seso. Como éste hay muchos, que aunque parecen hombres, sólo son bustos.

  • Te juzgarán virtuoso si eres, aunque perverso, poderoso; y aunque bueno, por malo detestable cuando te miran pobre y miserable.

  • A la orilla de un pozo, sobre la fresca yerba, un incauto mancebo dormía a pierna suelta. Gritóle la Fortuna: “Insensato, despierta; ¿No ves que ahogarte puedes, a poco que te muevas? Por ti y otros canallas a veces me motejan, los unos de inconstante, y los otros de adversa. ¡Reveses de Fortuna llamáis a las miserias! ¿Por qué, si son reveses de la conducta necia?”

  • Conviene al poderoso para los infelices ser piadoso; tal vez se puede ver necesitado del auxilio de aquel más desdichado.

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  • La traición, aun soñada, es detestable.

  • ¿Has cumplido con tu deber? Confía en el Cielo que no te abandonará.

  • Cierto artífice pintó una lucha, en que valiente un hombre tan solamente a un horrible león venció. Otro león, que el cuadro vio, sin preguntar por su autor, en tono despreciador dijo: “Bien se deja ver que es pintar como querer, y no fue león el pintor”.

  • ¡Cuántos hay que teniendo lo bastante enriquecerse quieren al instante, abrazando proyectos a veces de tan rápidos efectos que sólo en pocos meses, cuando se contemplaban ya marqueses, contando sus millones, se vieron en la calle sin calzones!

  • Así frecuentemente el hombre se deslumbra con lo hermoso; elige lo aparente, abrazando tal vez lo más dañoso; pero escarmiente ahora en tal cabeza. El útil bien es la mejor belleza.

  • Aparta la amistad de la persona que, si te ve en el riesgo, te abandona.

  • A un panal de rica miel dos mil moscas acudieron, que por golosas murieron, presas de patas en él. Otra dentro de un pastel enterró su golosina. Así, si bien se examina Los humanos corazones perecen en las prisiones del vicio que los domina.

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Residencial Aguamarina - Playa del Norte
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Vista del mar desde la terraza
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Terraza con mesa y sombrilla
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Entrada del apartamento
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Salon con ventanal a la terraza
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Parte del salon, cocina y vista de la terraza
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Vista del salon del apartamento
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Cocina con salida a terraza
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Dormitorio
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Baño con plato de ducha
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Piscina de la comunidad

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