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Más frases de Charles Dickens (129)

• Las cosas que nunca sucedieron tienen en ocasiones consecuencias tan reales como aquellas que se consiguieron.

• Libertad, igualdad, fraternidad o muerte. La última es la más fácil de otorgar.

• La mente, al igual que el cuerpo, puede deteriorarse si se expone a un exceso de comodidad.

• Los vicios son a veces virtudes llevadas al exceso.

• Ella es el ornamento de su sexo.

• Y está hecho, y no hay remedio para ello; lo cual es un consuelo, como dicen en Turquía.

• Yo nunca habría tenido éxito en la vida si no me hubiera dedicado a las cosas más pequeñas con la misma atención y cuidado que le dediqué a las más grandes.

• El corazón humano es un instrumento de muchas cuerdas; el perfecto conocedor de los hombres las sabe hacer vibrar todas, como un buen músico.

• La comunicación electrónica nunca reemplazará al rostro de un ser humano que con su alma alienta a otra persona a ser valiente y auténtica.

• Ningún arrepentimiento podrá enmendar las oportunidades perdidas en la vida.

• Las nociones convencionales de un enamorado no pueden ser ciertas siempre.

• Este es un mundo de acción, no de quejas y lamentos.

• Considera que nada es imposible y trata las posibilidades como probabilidades.

• Nada de lo que hacemos es en vano. Creo con toda mi alma que triunfaremos.

• El hombre se siente afortunado si es el primer amor de una mujer. Una mujer se siente afortunada si es el último amor de un hombre.

• Debo ser entendido como soy. Ni el éxito ni el fracaso son míos, pero los dos me hacen lo que soy.

• El odio a los de arriba es el homenaje inconsciente de los de abajo.

• Un hecho maravilloso para reflexionar es que toda criatura humana está concebida para ser un misterio indescifrable para cualquier otra.

• Aquellas personas que aprenden lo que es la resistencia, son a los que todo el mundo llama “amigo”.

• En todas las cosas debe el hombre confiar más en su propia actividad que en la ajena.

• Las herramientas melladas se emplean a veces con éxito allí donde no sirven las más afiladas.

• Nunca podría haber hecho lo que he hecho, sin los hábitos de puntualidad, orden y diligencia, sin la determinación de concentrar en mí un objetivo a la vez.

• La muerte, los incendios y los robos hacen a todos los hombres iguales.

• Solo pido ser libre. Las mariposas son libres.

• Aquel que solo escucha es el peor de todos los que escuchan.

• Los caminos de la lealtad son siempre rectos.

• Las venturas nunca vienen por pares; las desdichas nunca vienen solas.

• Nunca cierres los labios a quienes has abierto el corazón.

• Ningún hombre que no es caballeroso en su corazón lo es en sus formas.

• ¿Qué mejor regalo hay que el amor de un gato?

• El dinero y los bienes son las mejores referencias.

• Para un corazón joven, todo es diversión.

• En una era tan utilitarista, más que en cualquier otro tiempo, es de gran importancia que los cuentos de hadas sean respetados.

• La era de la caballerosidad ha terminado. El acaudalado venció al dragón.

• Es una ley de la compensación justa, equitativa y saluda­ble, que así como hay contagio en la enfermedad y las pe­nas, nada en el mundo resulta más contagioso que la risa y el buen humor.

• La ley es un asno.

• El perro es, generalmente, un animal que jamás se venga del castigo que le aplica su amo.

• Donde millones de hombres se arredraron, allí empiezas tú a trabajar.

• Abre los pulmones, lava el semblante, ejercita los ojos y suaviza el temperamento; así que llora.

• Si no hubiera malas personas, no habría buenos abogados.

• Forjamos las cadenas que llevamos durante nuestra vida.

• No está en mi naturaleza ocultar nada. No puedo cerrar mis labios cuando he abierto mi corazón.

• No fracasa en este mundo quien le haga a otro más llevadera su carga.

• He aquí una regla fundamental en los negocios: házselo a los demás, puesto que ellos te lo harán a ti.

• Señor, mantén mi memoria fresca.

• En una palabra, he sido demasiado cobarde para hacer lo que sabía que era correcto, al igual que he sido demasiado cobarde para evitar hacer lo que sabía que era incorrecto.

• La vida es un conjunto de despedidas.

• A una idea, al igual que a un fantasma, se le debe hablar un poco para que se dé a conocer.

• Los grandes hombres rara vez son demasiado escrupulosos en la disposición de su atuendo.

• Nadie que sepa leer mira un libro de igual manera que aquel que no sabe, aunque esté cerrado y en un estante.

• No estoy acostumbrada a detenerme por obstáculos tan débiles como tú, y voy a destrozarte si no te apartas de esta puerta.

• Caballero una vez, caballero por siempre.

• Cada minuto de mis días contados es una nueva palada de lodo agregada a la pila que me oprime.

• Reflexiona sobre tus bendiciones presentes, de las que todo hombre posee muchas; no sobre tus pasadas penas, de las que todos tienen algunas.

• El número de malhechores no autoriza el crimen.

• El dolor de la separación no es nada comparado con la alegría de reunirse de nuevo.

• Tú apareces en todas las líneas que he leído en mi vida.

• Quererla tal como la has escogido, por las cualidades que tiene y no por las que no tiene.

• Jamás seas mezquino en nada; jamás seas desleal; jamás seas cruel.

• Todo viajero tiene un hogar, un hogar que aprende a amar más durante sus viajes.

• La industria es el alma de los negocios y la clave de la prosperidad.

• Cualquier hombre puede estar de buen ánimo y ser feliz si va bien vestido.

• Sabe Dios que en esta vida hay días en los que merece la pena vivir y en los que merece la pena morir.

• No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. La procrastinación es la ladrona del tiempo.

• La familia no son sólo aquellas personas con las que compartimos la sangre, sino también aquellas por las que derramaríamos nuestra sangre.

• La alegría y el humor, son la mejor manera de combatir la vejez.

• Era una lumbre muy débil para una noche tan cruda. No tuvo más remedio que arrimarse a ella como si estuviera incubando, para sacar de aquel puñadito de combustible la mínima sensación de calor.

• La fama es la amada de todo corazón humano.

• Si el mundo va mal es porque, quizá por distracción, nadie pretendió nunca que fuera bien.