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Más frases de Gilbert Keith Chesterton (110)

• La sumisión a un hombre débil es disciplina. La sumisión a un hombre fuerte es sólo servilismo.

• La camaradería no es más que la mitad de la vida: la otra mitad es el amor, una cosa tan diferente de aquella, que podría uno imaginarse que fue creada para otro universo.

• La revolución, por su naturaleza, produce gobierno; la anarquía no produce sino más anarquía.

• El futuro es nuestro refugio ante la feroz competencia de nuestros antepasados.

• ¿Es usted un demonio? Soy un hombre. Y por lo tanto tengo dentro de mí todos los demonios.

• Quienes hablan contra la familia no saben lo que hacen, porque no saben lo que deshacen.

• El fin de tener una mente abierta, como el de una boca abierta, es llenarla con algo valioso.

• La fatalidad no pesa sobre el hombre cada vez que hace algo; pero pesa sobre él, a menos que haga algo.

• Muchos críticos de hoy han pasado de la premisa de que una obra maestra puede ser impopular, a la premisa de que si no es impopular no puede ser una obra maestra.

• La edad de oro retorna a los hombres cuando, aunque sólo sea momentáneamente, se olvidan del oro.

• La educación es por lo menos una forma de culto de la voluntad, no de cobarde culto del hecho.

• La habilidad moderna no consiste en esconder la emoción, sino en afectarla.

• Las mujeres son siempre autoritarias: siempre están por encima o por debajo; por eso el matrimonio viene a ser una suerte de poético balancín.

• Hay otro linaje de escépticos muchos más terribles, si cabe, que los que creen que todo es materia; todavía queda el caso de aquel escéptico para quien todo se reduce a su propio yo.

• Es improcedente hablar de reforma sin hacer referencia a la forma.

• La finalidad de la vida es la apreciación: no tiene sentido no apreciar las cosas, y no tiene sentido poseer más cantidad de ellas, si no se las aprecia.

• Si no logras desarrollar toda tu inteligencia, siempre te queda la opción de hacerte político.

• Todos los educadores son absolutamente dogmáticos y autoritarios. No puede existir la educación libre, porque si dejáis a un niño libre no le educaréis.

• Lo más increible de los milagros es que ocurren.

• Cuando se deja de creer en Dios, enseguida se cree en cualquier cosa.

• El pesimista sabe rebelarse contra el mal. Sólo el optimista sabe extrañarse del mal.

• Una buena novela nos dice la verdad sobre su protagonista; pero una mala nos dice la verdad sobre su autor.

• Donde acaba la biología comienza la religión.

• No existe el placer allí donde no existe más que él.

• El gobierno no descansa en la fuerza, el gobierno es la fuerza; descansa en el consentimiento, o en una concepción de la justicia.

• No hay cosas por las cuales los hombres hagan tan hercúleos esfuerzos como las cosas de las cuales ellos saben que no son merecedores.

• Ningún hombre debería escribir a no ser que estuviese convencido de que él está en posesión de la verdad y otro hombre está en el error.

• El miserable temor de ser sentimental es el más vil de todos los temores modernos; más vil aún que el terror que ha dado origen a la higiene.

• No sólo para gobernar, sino también para sublevarse hacen falta leyes estrictas. Un ideal fijo, habitual, es condición para toda clase de revoluciones.

• El ahorro es poético, porque es creador: el derroche no es poético, porque es destructor.

• El periodismo consiste esencialmente en decir “lord Jones ha muerto” a gente que no sabía que lord Jones estaba vivo.

• Bebed porque sois felices, pero nunca porque seáis desgraciados.

• La idea que no trata de convertirse en palabra es una mala idea, y la palabra que no trata de convertirse en acción es una mala palabra.

• El sabio es quien quiere asomar su cabeza al cielo; y el loco es quien quiere meter el cielo en su cabeza.

• No es bueno que los hombres sepan hasta que punto somos buenos.

• El hombre puede ser un escéptico sistemático; pero entonces no puede ser ya ninguna otra cosa; y ciertamente tampoco un defensor del escepticismo sistemático.

• Los arquitectos lo saben todo sobre el estilo romántico, excepto como construirlo.

• El hombre que tiene fe ha de estar preparado, no sólo a ser mártir, sino a ser un loco.

• Un hombre puede combatir una afirmación con un razonamiento; pero una sana intolerancia es el único modo con que un hombre puede combatir una tendencia.

• La afirmación de que los mansos poseerán la tierra está muy lejos de ser una afirmación mansa.

• El lógico desequilibrado se afana por aclararlo todo y todo lo vuelve confuso, misterioso. El místico, en cambio, consiente en que algo sea misterioso para que todo lo demás resulte explicable.

• La teología es el pensamiento aplicado a la religión; y los que prefieren una religión sin pensamiento no tienen por qué desdeñar a los que tienen gustos más racionalistas.

• La imparcialidad es un nombre pomposo para la indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.

• Siempre se ha creído que existe algo que se llama destino, pero siempre se ha creído también que hay otra cosa que se llama albedrío. Lo que califica al hombre es el equilibrio de esa contradicción.

• La madurez hace al hombre más espectador que autor de vida social.

• A algunos hombres los disfraces no los disfrazan, sino los revelan. Cada uno se disfraza de aquello que es por dentro.

• No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.

• No hay gente ineducada. Todo el mundo lo está; sólo que mucha gente está mal educada.

• Al hombre de cada siglo le salva un grupo de hombres que se oponen a sus gustos.

• En el asombro hay siempre un elemento positivo de plegaria.

• La verdad psicológica fundamental no es que ningún hombre sea un héroe para su ayuda de cámara. La verdad psicológica fundamental, el fundamento del Cristianismo, es que ningún hombre puede ser un héroe para sí mismo.

• La intolerancia puede ser definida aproximadamente como la indignación de los hombres que no tienen opiniones.

• “Divertido” no es lo contrario de “serio”. “Divertido” es lo contrario de “aburrido”, y de nada más.

• Es menos desagradable ver mendigar un pobre que un rico. Y un cartelón de propaganda es un rico que mendiga.

• Uno de los extremos más necesarios y más olvidados en relación con esa novela llamada Historia, es el hecho de que no está acabada.

• Las cosas muertas pueden ser arrastradas por la corriente, sólo algo vivo puede ir contracorriente.

• Debo mi éxito a haber escuchado respetuosamente los mejores consejos, y luego hacer exactamente lo contrario.

• La tolerancia es la virtud del hombre sin convicciones.