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Gilbert Keith Chesterton

Gilbert Keith Chesterton, más conocido como G. K. Chesterton, fue un escritor, filósofo y periodista británico que nació el 29 de mayo de 1874 en Campden Hill, Kensington, Londres.

    Cursó estudios en la St Paul's School y después en la Slade School of Art, departamento del University College London, donde también tomó clases de literatura, aunque no completó ninguna licenciatura.

Escribió artículos para algunos periódicos, además de para su propio semanario G.K.'s Weekly. También escribió poesía y una serie de relatos que narran las aventuras detectivescas del Padre Brown.
    Entre sus obras más destacadas aparecen sus novelas El Napoleón de Notting Hill y El hombre que fue jueves (1908).

Chesterton se refirió a sí mismo como cristiano ortodoxo, convirtiéndose finalmente al catolicismo en 1922.
    Casado con Frances Blogg en 1901. La pareja no pudo tener hijos y adoptaron a Dorothy Collins.
    G. K. Chesterton falleció de una insuficiencia cardíaca el 14 de junio de 1936 en su casa de Beaconsfield, Buckinghamshire, Inglaterra.

Fuente: buscabiografias.com

Frases y citas de Gilbert Keith Chesterton (110)

• El cerebro del hombre necesita a veces estallar aunque destruya el universo.

• La aventura podrá ser loca, pero el aventurero ha de ser cuerdo.

• Si de verdad vale la pena hacer algo, vale la pena hacerlo a toda costa.

• La iglesia nos pide que al entrar en ella nos quitemos el sombrero, no la cabeza.

• Puedo creer lo imposible pero no lo improbable.

• La fantasía nunca arrastra a la locura; lo que arrastra a la locura es precisamente la razón. Los poetas no se vuelven locos, pero sí los jugadores de ajedrez.

• Las verdades se convierten en dogmas desde el momento en que comienzan a ser discutidas.

• La respuesta a cualquiera que hable de “exceso de población” es preguntarle si él mismo es parte de ese exceso de población, o si no lo es, cómo sabe que no lo es.

• En la tierra de la anarquía absoluta no hallaréis aventuras, pero en la de la autoridad, cuantas os plazca.

• Es difícil dar una definición de la lealtad, pero quizás nos acercaremos a ella si la llamamos el sentimiento que nos guía en presencia de una obligación no definida.

• La única simplicidad que vale la pena de conservar es la del corazón, la simplicidad que acepta y goza.

• El mundo moderno está lleno de hombres que sostienen dogmas con tanta firmeza, que ni siquiera se dan cuenta de que son dogmas.

• Cuanto se hace con prisa queda enseguida pasado de moda; por eso nuestra civilización industrial moderna ofrece tan curiosas analogías con la barbarie.

• La humildad es una virtud tan práctica, que los hombres se figuran que debe ser un vicio.

• Debes ser ortodoxo en la mayoría de las cosas, o nunca tendrás tiempo de predicar tu propia herejía.

• En todo aquello que vale la pena de tener, incluso en el placer, hay un punto de dolor o de tedio que ha de ser sobrevivido para que el placer pueda revivir y resistir.

• Hay algo que da esplendor a cuanto existe, y es la ilusión de encontrar algo a la vuelta de la esquina.

• El lugar donde nacen los niños y mueren los hombres, donde la libertad y el amor florecen, no es una oficina ni un comercio ni una fábrica. Ahí veo yo la importancia de la familia.

• No hay cosas sin interés. Tan sólo personas incapaces de interesarse.

• Yo he conocido muchos matrimonios felices, pero ni uno solo compatible. Toda la mira del matrimonio es combatir durante el instante en que la incompatibilidad se hace indiscutible y sobrevivirlo.

• Solamente el bígamo cree de verdad en el matrimonio.

• Una de las grandes desventajas de la prisa es que lleva demasiado tiempo.

• La cosa más práctica e importante en un hombre es su concepto del Universo.

• Lo que se llama un vestido atrevido no es más que un vestido un poco más convencional que los demás.

• Hay más simplicidad en el hombre que come caviar por impulso, que en el que como nueces por principio.

• El pesimismo no consiste en estar cansado del mal, sino en estar cansado del bien. La desesperación no consiste en estar cansado del sufrimiento, sino en estar cansado de la alegría.

• No tiene importancia que maldigamos al vecino, siempre que no nos admiremos a nosotros mismos.

• La función esencial de la lisonja es lisonjear a las personas por las cualidades que no poseen.

• Lo correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal, aunque todo el mundo se equivoque al respecto.

• El optimista cree en los demás y el pesimista sólo cree en sí mismo.

• La mediocridad, posiblemente, consiste en estar delante de la grandeza y no darse cuenta.

• Loco no es el que ha perdido la razón, sino el que lo ha perdido todo, todo, menos la razón.

• Optimista es el que os mira a los ojos, pesimista, el que os mira a los pies.

• Mientras las cosas son realmente esperanzadoras, la esperanza es un nuevo halago vulgar: sólo cuando todo es desesperado la esperanza empieza a ser completamente una fuerza.

• Sentir que se ríe de nosotros algo al mismo tiempo inferior y más fuerte que uno es espantoso.

• El gran clásico es un hombre del que se puede hacer el elogio sin haberlo leído.

• En el mundo moderno, la libertad es lo contrario de la realidad; pero es sin embargo su ideal.

• Lo maravilloso de la infancia es que cualquier cosa es en ella una maravilla.

• El divorcio es, en el mejor de los casos, un fracaso, y nos interesa mucho más buscar curar su causa que completar sus defectos.

• Si el hombre normal del pasado tenía un grave respeto a la propiedad, pudo ser muy bien que fuese porque a veces tenía él una propiedad.

• El juego de ponerse límites a sí mismo es uno de los placeres secretos de la vida.

• El único modo de estar seguro de coger un tren es perder el anterior.

• No me importa adonde vaya el agua, siempre que no vaya hacia el vino.

• Admiramos las cosas por motivos, pero las amamos sin motivos.

• Democracia significa gobierno por los que no tienen educación, y aristocracia significa gobierno por los mal educados.

• Siendo niños éramos agradecidos con los que nos llenaban los calcetines por Navidad. ¿Por qué no agradecíamos a Dios que llenara nuestros calcentines con nuestros pies?

• Los ángeles pueden volar porque se toman a sí mismos a la ligera.

• No hay cínicos, no hay materialistas. Todo hombre es un idealista, sólo que sucede con demasiada frecuencia que tiene un ideal equivocado.

• La única educación eterna es esta: estar lo bastante seguro de una cosa para decírsela a un niño.

• Optimista es aquel que cree que todo está bien menos el pesimista; y, pesimista, aquel que cree que todo está mal, excepto él mismo.

• Nunca pude admitir una utopía que no me deje la libertad que yo más estimo: la de obligarme.

• Los iconoclastas hicieron muchas más estatuas de las que destruyeron.