Frases célebres

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Más frases de Eurípides (102)

• Nadie es feliz durante toda su vida.

• Cuando las calamidades caen sobre un Estado, se olvidan los dioses y nadie se preocupa de honrarlos.

• En la naturaleza humana hay generalmente más de necio que de sabio.

• Cuestiona todo, aprende algo, pero no esperes ninguna respuesta.

• Cuando un hombre bueno está herido, todo el que se considere bueno debe sufrir con él.

• Las ganancias mal logradas reportan pérdidas.

• Breve es la vida, y debemos pasarla lo más agradablemente que se pueda, y no con penas.

• A aquel a quien los dioses quieren destruir, primeramente lo enloquecen.

• El rey debe tener presente tres cosas: que gobierna hombres, que debe gobernarlos según la ley y que no gobernará siempre.

• ¡Qué mala es siempre por naturaleza la esclavitud, y cómo soporta lo que no debe, sometida por la fuerza!

• Hasta las desdichas han de sentirse con moderación.

• Nunca es vergonzoso lo que es forzoso.

• No hay nada más querido para un padre anciano que una hija.

• Ahora que he llegado a la vejez, ¡cómo la detesto!

• La vida no es verdadera vida, sino sólo dolor.

• La riqueza es la cosa que más honran los hombres y la fuente del más grande poder.

• Al sostener que existen los dioses, ¿no será que nos engañamos con mentiras y sueños irreales, siendo que sólo el azar y el cambio mismo controlan el mundo?

• Se muy bien que el mal proviene de lo que pienso, pero mi cólera es aún peor que mis pensamientos, la ira lleva a los mortales a incurrir en los peores males.

• En esta vida hay que morir varias veces para después renacer. Y las crisis, aunque atemorizan, nos sirven para cancelar una época e inaugurar otra.

• Cuando hay un exceso de amor, el hombre pierde su honor y su valía.

• Un solo hombre es más digno de ver la luz que infinitas mujeres.

• Cuando un pueblo trabaja dios lo respeta. Pero cuando un pueblo canta, Dios lo ama.

• Los nobles padres tienen nobles hijos.

• ¿Quién quiere proponer al pueblo una decisión útil para la comunidad? El que quiere hacerlo se lleva la gloria, el que no se calla.

• Sed felices: ya no hay amigos cuando uno es desgraciado.

• No aplaudo la envidia; pero me gustaría ser envidiado a causa de alguna buena acción.

• Los que no tienen hijos se libran de muchos sufrimientos.

• Un hombre viejo no es más que una voz y una sombra.

• Los dioses nos han dado remedios contra el veneno de la serpiente; pero no existe remedio contra una mujer mala: es más nociva que la víbora o que el mismo fuego.

• La pobreza tiene este defecto: incita al hombre a cometer malas acciones.

• Todo cambia en este mundo, e inconstante es la vida humana, y sujeta a muchos errores.

• No hay nada que pueda interponerse entre los amigos de verdad.

• No mires a lo lejos, descuidando lo que tienes cerca.

• El que habla a un necio, aunque sea prudente, parecerá también necio.

• Convendría que los mortales procreasen hijos por otros medios, y que no hubiese mujeres, así se verían libres de todo mal.

• La infelicidad es un mal sin solución.

• Los ricos no pueden comprar el privilegio de morir viejos.

• ¿Quién sabe si morir no será vivir y lo que los mortales llaman vida será la muerte?

• La opulencia tiene su miseria: es cobarde y se apega a la vida.

• Tú encontrarás muchas excusas, porque eres mujer.

• ¿Qué mayor dolor puede haber para los mortales que ver muertos a sus hijos?

• ¡Oh!, bálsamo precioso del sueño, alivio de los males, cómo te agradezco que acudas a mí en los momentos de necesidad.

• El hombre que pide a los dioses la muerte es un loco: no hay en la muerte nada tan bueno como la miseria de la vida.

• Es un dichoso infortunio el no tener hijos.

• El hombre superior es el que siempre es fiel a la esperanza; no perseverar es de cobardes.

• ¿Quién sabe si lo que llamamos muerte no es sino vida; y la muerte, en cambio, lo que juzgamos que es vida?

• La mejor y cosa más segura es mantener un equilibrio en tu vida, reconocer el gran poder que hay a nuestro alrededor. Si puedes vivir de esa manera, eres una persona sabia.

• El amor es todo lo que tenemos, la única manera de que cada uno pueda ayudar al otro.

• No es lo que el orador dice, sino quién es, lo que da peso a la elocuencia.

• El mejor profeta es aquel que mejor calcula.

• Mi lengua promete, pero mi mente no ha prometido.

• Sostengo, pues, que los mortales que no conocen el himeneo ni las dulzuras de la paternidad, son más felices que los que tienen hijos.

• Jamás, entre los hombres, debería valer más la lengua que la acción.

• Cuéntese entre los dichosos aquel a quien durante todo el día no le haya sucedido nada malo.

• Los dioses nos dan muchas sorpresas: lo esperado no se cumple y para lo inesperado siempre hay algún dios que abre la puerta.