Frases célebres

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Más frases de Giovanni Papini (110)

• Solamente los pobres que saben de veras que son pobres, padecen su pobreza.

• Todo el talento de ciertos hombres se reduce al arte de hacer creer que poseen todos aquellos talentos que no tienen.

• El cielo tiene influencia sobre mí y yo no puedo tenerla sobre él.

• Feliz aquel que nunca fue lacerado por el hambre de lo imposible.

• El secreto para enriquecerse es pagar como si se fuese pródigo y vender como si se estuviese en vísperas de quiebra.

• La felicidad es una meta inalcanzable para aquellos que no se arriesgan.

• El arte es la verdadera forma de expresión de la humanidad.

• La pasión es el combustible que enciende nuestras vidas.

• La paciencia es una virtud que nos enseña a disfrutar del camino.

• El arte, más que creación, es dolor de no poder crear. El poeta es impotente ante la poesía tal como esplende en él en los momentos de mayor orgullo y lucidez. Cada obra de arte es una aproximación: todo poeta confiesa que su canto más bello es el que no supo jamás cantar. Más grande es el poeta, mas reconoce su impotencia: las creaciones más profundas expresan la secreta tristeza de no poder crear, y por eso el arte más perfecto hace sufrir en el preciso instante en que regocija.

• Nada más común entre los hombres que el deseo de riqueza. Amontonar dinero de todos modos, aun los más infames, ha parecido siempre la mejor y más respetada educación.

• La civilización le ha corrompido, le ha hecho volverse humanitario y vegetariano.

• Cada hombre es diverso, distinto de los demás, inefable, único, absolutamente personal. La igualdad humana es una ilusión intelectual engendrada por un anhelo sentimental.

• La vida es siempre y dondequiera, fuga y liberación, desaprisionamiento, excarcelación, brote y explosión. Todas las vidas, todos los momentos de todas las vidas.

• El poeta que estuviera satisfecho del mundo que vive, no sería poeta.

• Los astutos vencen siempre en el primer momento y suelen ser vencidos antes del fin.

• Las ciudades desiertas o desenterradas son incomparablemente más bellas que las vivas.

• La natural malicia humana tiene ojos de lince y mente pronta. Nada escapa a su maldita vigilancia. Lo que no ve, lo adivina; lo que no puede adivinar, lo supone. No es de hoy que los hombres están dispuestos a ver la paja en ojo ajeno.

• La ignorancia, cuando se debe a voluntad divina,... no puede ser ni pecado ni culpa.

• El conocimiento es el único camino hacia la libertad.

• La soledad es el precio que a veces debemos pagar por la libertad.

• El caos es la antesala del orden.

• La esperanza es la luz que nos guía en los momentos más oscuros.

• Solamente los pequeños industriales atrasados se proponen como fin el ganar dinero.

• Aburrirse en el momento adecuado es signo de indulgencia.

• Cuando era joven leía casi siempre para aprender; hoy, a veces, leo para olvidar.

• Los hombres, en general, no son sino marionetas maltratadas por un titiritero.

• La vida, para ser soportable, debe ser vivida intensamente. La sensibilidad la llena a cada momento, y si bien cambia semejante al agua que pasa, al menos nos transporta como una corriente que puede parecer igual y eterna.

• El pensamiento no se detiene. El final de la última página no es sino el exordio de una nueva página, y cada cumbre alcanzada es un trampolín para otros vuelos.

• Un hombre solo no puede aplaudir; el entusiasmo requiere número y fraternidad.

• Todas las ciencias se reducen a la física, y la física se puede ahora reducir a una sola fórmula.

• Todo católico, sometido a la Iglesia docente, debe creer que los hombres son prisioneros y esclavos del Diablo, que la tierra es el reino de Satanás.

• El amor es la única fuerza capaz de transformar el mundo.

• La verdad es un camino tortuoso pero necesario para el crecimiento personal.

• La sabiduría está en aprender de nuestros errores.

• Cuando me asalta la alegría con sus tontas risas pienso que soy el único hombre que ha matado a su yo y que vive todavía.

• En todos los hombres de ciencia existe el soplo de la fantasía, madre de las intuiciones geniales.

• Temo a un solo enemigo que es: yo mismo.

• Para comprender a un gran hombre, es preciso referirse, necesariamente, al día de su muerte.

• Para amar a los hombres es preciso abandonarlos de cuando en cuando. Lejos de ellos, nos acercamos a ellos.

• Si un hombre cualquiera, incluso vulgar, supiera narrar su propia vida, escribiría una de las más grandes novelas que jamás se haya escrito.

• La vida, para ser soportable, debe ser vivida intensamente. La sensibilidad la llena a cada momento, y si bien cambia semejante al agua que pasa, al menos nos transporta como una corriente que puede parecer igual y eterna.

• Todos los hombres buscan una recompensa. Nadie hace nada por nada.

• Los ignorantes tienen necesidad de ilusionarse, los obreros tienen necesidad de trabajar y los industriales de ganar dinero.

• El que quiere demostrar racionalmente la fe, solo demuestra que no tiene fe bastante en su corazón y, todavía, menos razón en su cabeza.

• La vida es siempre un viaje en busca del propósito.

• La fe es la fuerza que nos levanta cuando hemos caído.

• La vida no tiene sentido si no está llena de amor.

• Los enemigos pueden negarme todo menos la facultad de amarlos, o sea, de no asemejarme a ellos. Y si los amo los hago un poco míos.

• Quiero saberlo todo. Y siempre me encuentro como antes, triste como la vida y resignado como la sabiduría.

• Todo hombre no vive más que por lo que espera.

• La mujer es la única reliquia viviente que nos queda del Paraíso Perdido.

• Todo hombre paga su grandeza con muchas pequeñeces, su victoria con muchas derrotas, su riqueza con múltiples quiebras.

• El hombre sin mujer está solo, pero libre; su alma, sin estorbo de pensamientos comunes y materiales, puede ascender más arriba.

• El dinero, que ha hecho morir a tantos cuerpos, hace morir todos los días a miles de almas.

• Una de las más famosas tretas del Diablo es precisamente la de no hacerse notar.

• No hay señal más segura de ánimo pequeño que el estar contento de todo.

• Para un estudioso de la historia de las religiones, la variedad es una ventaja, para los hombres en general, un inconveniente.