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Más frases de Honoré de Balzac (116)

Hay una cura para la tentación. ¿Cuál? Ceder a ella.
Quien no visite París regularmente nunca será realmente elegante.
En ninguna parte, excepto en Francia, hay personas que observan tan estrictamente los grandes asuntos y son tan indulgentes con los pequeños.

Algún día descubrirás que hay mucha más felicidad en la felicidad de los demás que en la tuya.
Cuando las mujeres nos aman, nos perdonan todo, incluso nuestros crímenes; cuando no nos aman, no nos dan crédito por nada, ni siquiera por nuestras virtudes.
La ignorancia es la madre de todos los crímenes.
El talento es una llama, pero el genio es un fuego.
Elegancia es la ciencia de no hacer nada igual que los demás, pareciendo que se hace todo de la misma manera que ellos.
El periódico es una tienda en que se venden al público las palabras del mismo color que las quiere.
Es fácil sentarse y prestar atención. Lo difícil es levantarse y tomar medidas.
El amor es un poema eternamente personal.
La mediocridad no se imita.
¿De cuántas infamias se compone un éxito?
Donde la pobreza cesa, comienza la avaricia.

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Ya no puedo pensar en nada más que en ti. A pesar de mí, mi imaginación me lleva a ti. Te agarro, te beso, te acaricio, mil de las caricias más amorosas se apoderan de mí.
Las pasiones nobles son como los vicios: cuanto más se satisfacen, más crecen, las madres y los jugadores son insaciables.

Es correcto lo que dicen: los tres lugares más bellos del mundo son un barco a toda vela, un caballo al galope y una mujer bailando.
Nada es un impedimento mayor para estar bien con los demás que estar incómodo contigo mismo.
Incluso la belleza no siempre puede paliar la excentricidad.
En la venganza el más débil es siempre más feroz.
Exageramos la desgracia y la felicidad por igual. Nunca estamos tan mal o tan felices como decimos que estamos.
Hay que dejar la vanidad a los que no tienen otra cosa que exhibir.
La burocracia es una máquina gigantesca manejada por pigmeos.
A veces hablamos mucho y decimos poco. Para expresar más, conviene pensar más.

El amor verdadero, como es sabio, es implacable.
Detrás de cada gran fortuna hay un delito.
¿Es que se acaba de amar alguna vez? Hay gente que ha muerto y que yo siento que aún ama.
Nadie ama a una mujer porque es bella o fea, estúpida o inteligente. Amamos porque amamos.
Con cada uno, la expectativa de una desgracia constituye un terrible castigo. El sufrimiento entonces asume las proporciones de lo desconocido, que es el infinito del alma.
Lo primero que se necesita para ganar el corazón de una mujer es la oportunidad.
Uno debe creer en el matrimonio como en la inmortalidad del alma.
La muerte es tan inesperada en su capricho como una cortesana en su desdén; pero la muerte es más cierta: la muerte nunca ha abandonado a ningún hombre.

Las solteronas, que nunca han doblegado su temperamento o sus vidas a otras vidas y otros ánimos, tienen en gran parte la manía de hacer que todo lo que les rodea se doblegue.
Un efecto esencial de la elegancia es ocultar sus medios.
Es más fácil quedar bien como amante que como marido; porque es más fácil ser oportuno e ingenioso de vez en cuando que todos los días.

El bruto se cubre, el rico se adorna, el fatuo se disfraza, el elegante se viste.
No existe gran talento sin gran voluntad.
El amor implica un fenómeno tan raro que se puede vivir toda la vida sin encontrar el ser a quien la naturaleza ha concedido el poder de hacernos feliz.
El arte nace en el cerebro y no en el corazón.
Existen en nosotros varias memorias. El cuerpo y el espíritu tienen cada uno la suya.
El poder no consiste en golpear siempre o con frecuencia, sino en golpear oportunamente.
Es tan absurdo decir que un hombre no puede amar a una mujer todo el tiempo, como decir que un violinista necesita varios violines para tocar la misma pieza de música.
Nuestro corazón es un tesoro; si viertes toda su riqueza a la vez, estás en bancarrota.
El secreto de un gran éxito que no se puede contar es un crimen que nunca se supo, porque se ejecutó correctamente.

Un amante le enseña a su esposa todo lo que su marido le ha ocultado.
Cuanto mayores son los talentos de un hombre, más marcadas son sus idiosincrasias. Sin embargo, en las provincias, la originalidad se considera peligrosamente cercana a la locura.

Un hombre es una criatura pobre en comparación con una mujer.
Los seres más sensibles no son siempre los seres más sensatos.
Puede uno amar sin ser feliz; puede uno ser feliz sin amar; pero amar y ser feliz es algo prodigioso.
La igualdad tal vez sea un derecho, pero no hay poder humano que alcance jamás a convertirla en hecho.
Jamás en la vida encontraréis ternura mejor y más desinteresada que la de vuestra madre.
El matrimonio es una costumbre a ultranza, antes del cual los esposos piden la bendición de dios, porque amarse para siempre es la más temeraria de las empresas.
El dolor ennoblece incluso a las personas más vulgares.
El pudor es una virtud relativa, según se tengan veinte, treinta o cuarenta y cinco años.
Cuando más se juzga, menos se ama.
Como el hambre, el amor físico es una necesidad. Pero el apetito del hombre por el amor nunca es tan regular o tan sostenido como su apetito por las delicias de la mesa.
Ninguna sociedad está completa sin una víctima, una criatura a la que apiadarse, a burlarse, despreciar o proteger.

El lema de la caballerosidad es también el lema de la sabiduría; servir a todos, pero amar solo a uno.
Todo el poder humano es un compuesto de tiempo y paciencia.
La inspiración es la oportunidad del genio.