Frases célebres

Buscar frases por:

Antonio Machado

Antonio Machado fue un poeta español que nació el 26 de julio del año 1875 en el palacio de Dueñas de Sevilla.
   Perteneció al movimiento literario de la ‘Generación del 98’ y escribió obras de teatro junto a su hermano Manuel Machado.

   Cuando a su abuelo lo nombran profesor de la Universidad Central de Madrid, toda su familia se muda con él a la capital de España, donde Antonio completó su formación intelectual y liberal al entrar en el Instituto Libre de Enseñanza.

El año 1893 publicó sus primeros textos en prosa en La Caricatura, una revista publicada en Madrid durante 1892 y 1893. Su primer viaje fue a París, junto con su hermano Manuel Machado, para trabajar como traductor de español para la Casa Garnier. En París conoce a dos poetas franceses que le introducen en la poesía, y poco después publica en el año 1903 un conjunto de poemas al que llamó ‘Soledades’ y que hizo crecer su fama.

El año 1907 va a Soria, donde se casará con Leonor Izquierdo, hija de la dueña de la pensión donde vive. En menos de tres años su mujer cae enferma y muere.

   Empieza a trabajar en el campo y colabora con periódicos de Soria. Más tarde consigue una beca de un año para estudiar la lengua francesa en París, y desde entonces hará varios viajes a Segovia y Madrid.

Consiguió un doctorado en filosofía y letras en 1918 y fue elegido como miembro de la Real Academia Española.

   En 1936 sufre arteriosclerosis, úlcera y está casi ciego. Morirá poco después de exiliarse a Francia, en Colliure, en el año 1939.

Fuente: bosquedefantasias.com

Frases y citas de Antonio Machado (103)

• En cuestiones de cultura y de saber, sólo se pierde lo que se guarda; sólo se gana lo que se da.

• Nunca perdáis contacto con el suelo; porque sólo así tendréis una idea aproximada de vuestra estatura.

• Si es bueno vivir, todavía es mejor soñar, y lo mejor de todo, despertar.

• En el corazón tenía la espina de una pasión. Logré arrancármela un día: ya no siento el corazón.

• La verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés.

• Hombres de España, ni el pasado ha muerto ni está el mañana, ni el ayer, escrito.

• Caminante no hay camino, se hace camino al andar...

• Peor que ver la realidad negra, es el no verla.

• Siempre que trato con hombres del campo pienso en lo mucho que ellos saben y nosotros ignoramos, y en lo poco que a ellos importa conocer cuanto nosotros sabemos.

• La carencia de vicios añade muy poco a la virtud.

• Virtud es la alegría que alivia el corazón más grave y desarruga el ceño de catón.

• Las palabras más profundas del hombre sabio nos enseñan lo mismo que el silbido del viento cuando sopla o el sonido del agua cuando fluye.

• Tenga cuidado con la comunidad en la que no existe la blasfemia: por debajo, el ateísmo es desenfrenado.

• Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar.

• No extrañéis, dulces amigos, que esté mi frente arrugada: yo vivo en paz con los hombres y en guerra con mis entrañas.

• Y en todas partes he visto gentes que danzan o juegan, cuando pueden, y laboran sus cuatro palmos de tierra. Nunca, si llegan a un sitio, preguntan adónde llegan.

• Aprende a dudar y acabarás dudando de tu propia duda; de este modo premia Dios al escéptico y al creyente.

• Para dialogar, preguntad primero; después... escuchad.

• Poned atención: un corazón solitario no es un corazón.

• Por mucho que un hombre valga, nunca tendrá valor más alto que el de ser hombre.

• Dichoso el que olvida el porqué del viaje y, en la estrella, en la flor, en el celaje deja su alma prendida.

• En mi soledad he visto cosas muy claras que no son verdad.

• Mas busca en tu espejo al otro.

• La zona más rica de nuestras almas, desde luego la más extensa, es aquella que suele estar vedada al conocimiento por nuestro amor propio.

• Soñé – ¡error maravilloso! – que tenía una colmena aquí dentro de mi corazón. Y las abejas doradas estaban haciendo peines blancos y dulce miel de mis viejos fracasos.

• Desgarrada la nube; el arco iris brillando ya en el cielo, y en un fanal de lluvia y sol el campo envuelto. Desperté ¿Quién enturbia los mágicos cristales de mi sueño?

• El hombre es contradictorio. Esa es la esencia de lo específicamente humano.

• Desdeño las romanzas de los tenores huecos y el coro de los grillos que cantan a la luna. A distinguir me paro las voces de los ecos, y escucho solamente, entre las voces, una.

• En la desesperanza y en la melancolía de tu recuerdo, Soria, mi corazón se abreva.

• Despacito y buena letra, que el hacer las cosas bien, importa más que el hacerlas.

• Tengo a mis amigos, en mi soledad, cuando estoy con ellos, qué lejos están.

• La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos.

• Los conceptos son de todos y se nos imponen desde fuera; las intuiciones siempre son nuestras.

• Juzgarnos o corregirnos supone aplicar la medida ajena al paño propio.

• En preguntar lo que sabes, el tiempo no has de perder... Y a preguntas sin respuesta ¿quién te podrá responder?

• Moneda que está en la mano, tal vez se deba guardar. La monedita del alma se pierde si no se da.

• El cine... ese invento del demonio.

• ¿Para qué llamar caminos a los surcos del azar? Todo el que camina anda, como Jesús, sobre el mar.

• A las palabras de amor les sienta bien un poquito de exageración.

• Cuatro cosas tiene el hombre que no sirven en el mar: ancla, timón y remos, y el miedo a naufragar.

• No hay nadie tan atado a su propia cara que no albergue la esperanza de presentarle otra al mundo.

• ¿Dices que nada se pierde? Si esta copa de cristal se me rompe, nunca en ella beberé, nunca jamás.

• Converso con el hombre que siempre va conmigo. Quien habla solo, espera hablar con Dios un día.

• Todo necio confunde valor y precio.

• Después de la verdad nada hay tan bello como la ficción.