Frases célebres

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Más frases de Santa Teresa de Jesús (83)

• El valor de una persona no consiste en pensar mucho, sino en amar mucho.

• La mejor manera de descubrir si tenemos el amor de Dios es ver si amamos a nuestro prójimo.

• Tengo experiencia en lo que son muchas mujeres juntas. ¡Dios nos libre!

• El amor mundano apega a esta vida; el amor divino por la otra suspira.

• El que quiere conseguir todo debe renunciar a todo.

• La paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene nada le falta. Solo Dios basta.

• No es otra cosa la oración, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama.

• ¡Ay que larga es esta vida! ¡qué duros estos destierros! ¡esta cárcel, estos hierros en que el alma está metida! Sólo esperar la salida me causa dolor tan fiero, que me muero porque no muero.

• El amor nos hará apresurar los pasos.

• La santidad no consiste en tal o cual práctica, sino en una disposición del corazón (del alma) que nos hace humildes y pequeños en los brazos de Dios, conscientes de nuestra nonada y confiados hasta la audacia en la bondad del padre.

• Jamás hagas cosas que no puedas hacer delante de todos.

• Ten osadía que Dios ayuda a los valientes.

• Nunca supongas que el mal o el bien que haces permanecerán en secreto por muy encerrado que te mantengas.

• Procuro siempre hacer muchos actos de amor, porque encienden y enternecen el alma.

• Quien no amare al prójimo no os ama, Señor mío.

• La devoción y el amor a María Santísima es una gran protección y un arma poderosa contra las asechanzas del demonio.

• Teresa sin la gracia de Dios es una pobre mujer; con la gracia de Dios, una fuerza; con la gracia de Dios y mucho dinero, una potencia.

• Si Satanás pudiera amar, dejaría de ser malvado.

• Es imposible... tener ánimo para cosas grandes, quien no entiende que está favorecido de Dios.

• Aunque las mujeres no somos buenas para el consejo, algunas veces acertamos.

• He cometido el peor de los pecados, quise ser feliz.

• Le haces un cumplido a Dios pidiéndole grandes cosas.

• Cada uno debe hacer su deber y si esto no es apreciado por tu superior, puedes estar seguro de que será apreciado y recompensado por Dios.

• El amor perfecto tiene esta fuerza: que olvidamos nuestro contento para contentar a quienes amamos.

• Es gran bien tener deseos, ya que no pueden ser grandes las obras.

• El amor de Dios no ha de ser fabricado en nuestra imaginación, sino probado por obras.

• La vida terrena es continuo duelo: vida verdadera la hay sólo en el cielo.

• Vida, ¿Qué puedo yo darle a mi Dios que vive en mí, si no es el perderte a ti, para merecer ganarle? Quiero muriendo alcanzarle, pues tanto a mi Amado quiero, que muero porque no muero.

• Hay que agotar todos los esfuerzos antes de quejarse.

• No intentéis hacer el bien a todo el mundo, sino a las personas que os rodean. Esto ha de ser más meritorio cuando más obligados os sintáis para llevar a efecto. El señor estima menos la grandeza de una obra que el amor con que se realiza.

• De devociones absurdas y santos amargados, líbranos, Señor.

• Si así tratas a tus amigos, ahora comprendo por qué tienes tan pocos.

• El resultado del desapego es la libertad interior, la libertad de las preocupaciones por la comodidad corporal, el honor y la riqueza.

• El verdadero amante en todas partes ama y siempre se acuerda del amado.

• Tener gran confianza... Quiere su majestad y es amigo de ánimas animosas, como vayan con humildad y ninguna confianza en sí.

• Parezcámonos en algo a nuestro Rey, que no tuvo casa, sino en el portal de Belén adonde nació y la cruz adonde murió.

• Vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero que muero porque no muero.

• Quedóme también poco miedo a la muerte, a quien yo siempre temía mucho; ahora paréceme facilísima cosa para quien sirve a Dios, porque en un momento se ve el alma libre de esta cárcel y puesta en descanso.

• No son buenos los extremos aunque sea en la virtud.

• Un alma descontenta es como quien tiene gran hastío; por bueno que sea el manjar no comen con gran gusto.

• No me vendo, es el único lujo de los pobres.

• Es una tontería pensar que entraremos al cielo sin entrar primero en nosotros mismos.

• Consideré nuestras almas como un castillo todo de un solo diamante o de un cristal muy claro adonde hay muchos aposentos, así como en el cielo hay muchas moradas.