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Santa Teresa de Jesús

Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada, conocida como Santa Teresa de Jesús o Santa Teresa de Ávila y fundadora de la Orden de Carmelitas Descalzas fue una religiosa y escritora mística nacida en Gotarrendura, Ávila, el 28 de marzo de 1515.

Cuando cuenta doce años falleció su madre, lo que la afectó profundamente y pareció decidir su vocación religiosa.
A los dieciséis ingresó en el convento de Santa María de Gracia, obligada por su padre alarmado por sus malas compañías y por las lecturas de libros de caballerías. El 3 de noviembre de 1534, a los diecinueve años, profesó en el convento de la Encarnación de Ávila.

Cayó gravemente enferma poco después y su padre la llevó a tomar baños minerales: aparecen los primeros síntomas de sus neurosis. En 1537, sufrió un ataque de parasismo, y durante dos años estuvo paralítica.

El 24 de agosto de 1562 el Papa Pío IV le concedió su traslado con cuatro monjas al pequeño convento de San José de Ávila. La reforma del Carmelo se ponía en marcha.
Santa Teresa de Jesús falleció después de realizada su obra de reforma, en Alba de Tormes, el 4 de octubre de 1582, a los sesenta y siete años.

Durante 1614 fue beatificada por Paulo V y en 1622 el Papa Gregorio XV la canonizó. Pablo VI la nombró Doctora de la Iglesia en 1970.

Fuente: buscabiografias.com

Frases y citas de Santa Teresa de Jesús (83)

Sólo el amor es el que da valor a todas las cosas.
Considero yo muchas veces, Cristo mío, cuan sabrosos y cuan deleitosos se muestran vuestros ojos a quien os ama, y vos, bien mío, queréis mirar con amor.
Sin un corazón lleno de amor y sin unas manos generosas, es imposible curar a un hombre enfermo de su soledad.

No hay que menester alas para ir a buscar a Dios, sino ponerse en soledad y mirarle dentro de sí.
La única razón que encuentro para vivir es sufrir y eso es lo único que pido para mí.
Está claro que hemos menester trabajar mucho, y ayuda mucho tener altos pensamientos para que nos esforcemos a que lo sean las obras.
La verdad padece, pero no perece.
Veis aquí mi corazón, yo le pongo en vuestra palma, mi cuerpo, mi vida y alma, mis entrañas y afición, dulce esposo y redención pues por vuestra me ofrecí ¿Qué mandáis hacer de mi?
Más lágrimas se derraman por las plegarias respondidas que por las no respondidas.
Es una gran virtud tener a todos por mejores que nosotros.
La verdadera perfección consiste en el amor a Dios y a nuestro prójimo, y cuanto mejor guardemos estos dos mandamientos, más perfectos seremos.
Tuya soy, para ti he nacido. Manda de mí lo que Tú quieras.
No le parece que ha de haber cosa imposible a quien ama.
El que no sirve para servir, no sirve para vivir.

Para mí la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada al cielo, un grito de agradecimiento y de amor en las penas como en las alegrías.
Tristeza y melancolía no las quiero en casa mía.

Lee y conducirás, no leas y serás conducido.
Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda.
Si lográramos conseguir perfectamente el verdadero amor de Dios, obtendríamos a la vez toda clase de bienes. Pero somos tan avaros y tan lentos en darnos a Dios que nunca nos decidimos a disponer a recibirlo.
No olvides las infinitas posibilidades que nacen de la fe.
La vida es como una mala noche en una mala posada.
La humildad es ser como eres en verdad ante Dios, ante los demás y ante nosotros mismos. Poniendo al desnudo nuestra vida, sin máscaras ni ficciones. Aceptándote tal como eres confiando en la misericordia de Dios.
Si en medio de las adversidades persevera el corazón con serenidad, con gozo y con paz, esto es amor.
Son gran cosa las letras para dar en todo luz. Será posible hallar lo uno y lo otro junto en algunas personas.
Busquemos siempre mirar las virtudes y cosas buenas en los otros y cuando veamos sus defectos, mirarlos con la humildad de tener presente nuestros grandes pecados... y en la duda, es mejor tener a todos por mejores que nosotros.

Dios no ha de forzar nuestra voluntad; toma lo que le damos; mas no se da a sí del todo. Hasta que nos damos del todo.
Vivir la vida de tal suerte que viva quede en la muerte.
La tierra que no es labrada llevará abrojos y espinas, aunque sea fértil; así es el entendimiento del hombre.
Si tienes una idea, hazla. Es más fácil pedir perdón que pedir permiso.
Dadme un cuarto de hora de oración y os daré el cielo.
La fuerza de la obediencia suele allanar cosas que parecen imposibles.
Lo único necesario para buscar a Dios, es ponerse en soledad y mirarlo dentro de nosotros mismos.
Podemos perder la paz de nuestras almas e incluso molestar a otras personas si siempre estamos criticando acciones triviales, que a menudo no son defectos reales en absoluto pero que las interpretamos erróneamente al ignorar sus motivos.

Dichoso el corazón enamorado que en sólo Dios ha puesto el pensamiento; por él renuncia todo lo criado, y en él halla su gloria y su contento.
No contemples las faltas de los otros, sino sus virtudes, y piensa en tus propios defectos y debilidades.
Que tu mayor deseo sea ver a Dios; que tu mayor temor sea perderlo, que tu gozo sea la esperanza del Cielo y así vivirás con una gran paz.

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Aprende Más

En la cruz está la vida y el consuelo, y ella sola es el camino para el cielo.
Es para mí una alegría oír sonar el reloj: veo transcurrida una hora de mi vida y me creo un poco más cerca de Dios.
Que Dios nuestro Señor nos guíe por donde quiera. Ya no somos nuestros, sino suyos.
Quien obra puede equivocarse, pero quien no hace nada ya está equivocado.