Frases célebres

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Árabes

Es mejor encender una luz que maldecir la oscuridad.
El tesoro que no se gasta se aprovecha poco.
El hombre es enemigo de lo que ignora: Enseña una lengua y evitarás una guerra. Expande una cultura y acercarás un pueblo a otro.
Si alguien te muerde te hace recordar que tú también tienes dientes.
Quien quiere hacer algo encuentra un medio. Quien no quiere hacer nada encuentra una excusa.
La verdad que daña es mejor que la mentira que alegra.
Lo pasado ha huido, lo que esperas está ausente, pero el presente es tuyo.
Un corazón tranquilo es mejor que una bolsa llena de oro.
Más impacta el lobo callando que el perro ladrando.
Una pérdida clara es muchas veces mejor que una lejana y problemática ganancia.

Si te detienes cada vez que un perro ladra nunca llegarás al final de tu camino.
La crueldad es la fuerza de los cobardes.

Castiga a los que tienen envidia haciéndolo bien.
La humanidad se divide en tres clases: los inamovibles, los móviles y los que se mueven.
No abras los labios si no estás seguro de que lo que vas a decir es más hermoso que el silencio.
Aconseja al ignorante, y te tomará por su enemigo.
Intenta que el niño que fuiste nunca se avergüence del adulto que eres.
Si un hombre te dice que pareces un camello, no le hagas caso. Si te lo dicen dos, mírate a un espejo.
Para fortalecer el corazón no hay mejor ejercicio que agacharse para levantar a los que están caídos.
La paciencia es la llave de la solución.
Quien no comprende una mirada tampoco comprenderá una larga explicación.

Un libro es como un jardín que se lleva en el bolsillo.
Quien se empeña en pegarle una pedrada a la luna no lo conseguirá, pero terminará sabiendo manejar la honda.
Grande es aquel que para brillar no necesita apagar la luz de los demás.
Del árbol del silencio pende el fruto de la seguridad.
Si te aplauden nunca presumas hasta saber quién aplaudía.
Consulta a tu mujer y haz lo contrario a lo que te aconseje.
El que vive de ilusiones muere de realidades.
Un amigo hace más daño que un enemigo.

Libros, caminos y días dan al hombre sabiduría.
La conjetura del sabio es más sólida que la certeza del ignorante.
Después de que has soltado la palabra, ésta te domina. Pero mientras no la has soltado, eres su dominador.

La primera vez que me engañes, será culpa tuya. La segunda vez, la culpa será mía.
No hay sustituto para la experiencia.
Si tiene solución, ¿por qué te preocupas? Y si no la tiene, ¿por qué te preocupas?
Las mejores visitas son las más cortas.
Las heridas de la lengua son más peligrosas que las del sable.
Siéntate a tu puerta y verás pasar el cadáver de tu enemigo.
Un consejo se da y se recibe por convicción.
Las cosas no valen por el tiempo que duran, sino por las huellas que dejan.
Hay cuatro cosas que no vuelven: la flecha arrojada, la palabra ya dicha, la oportunidad desperdiciada y la vida pasada.
La sabiduría no se traspasa: se aprende.

El hombre no puede saltar fuera de su sombra.
Los oídos no sirven de nada a un cerebro sordo.
El que busca un amigo sin defectos, se queda sin amigos.
La vida señala las virtudes del envidiado y los defectos del envidioso.
Yo me quejaba porque no podía comprarme zapatos, hasta que conocí a un hombre que no tenía pies.