. Mientras Chávez recorría de nuevo la zona de Vargas, comenzó a llover y los ríos a aumentar su cauce. En eso Chávez se tropieza y cae a las aguas turbulentas con la suerte de que un niño de 13 años lo salva.
 Cuando Chávez se ve a salvo, le pregunta al niño:
 - Hijo , pídeme lo que quieras.
 - Señor Presidente, solo quiero que mi ataúd sea transportado en una carreta tirada por caballos.
 - Pero hijo, eres muy joven pídeme otra cosa.
 - Bueno, quiero que sobre mi ataúd pongan la bandera de Venezuela y que la guardia de honor al final la doble y se la entregue a mi mamá.
 - Que es eso criatura, vamos pídeme otra cosa.
 - Bueno señor presidente que la guardia de honor dispare sus cañones en mi entierro.
 - Bueno hijo, ya basta, como es eso que te vas a morir tan joven?
 - Bueno señor presidente, es que cuando les cuente a mis padres que yo lo salvé, me van a matar a coñazos.

 . Cuando Nikita Kruschev murió, el partido comunista se encontró en una difícil posición: no querían enterrarle en suelo soviético, así que empezaron a charlar con otros países, a ver quien estaba dispuesto a aceptar esta responsabilidad. Total, que llaman a los Estados Unidos:
 - Nixon, camarada, estarían los Estados Unidos dispuestos a enterrar a Kruschev en vuestro territorio?
 - Que dices, socio, estoy demasiado ocupado con el asunto de unas cintas... no tengo tiempo para dedicar tumbas.
 Bueno, así se alarga el chiste un rato, con los rusos llamando a todos los países, que están todos demasiado ocupados con sus propios problemas, hasta que llaman a Israel:
 - Camarada Golda Meir, el politburó ha pensado que para mejorar las relaciones entre nuestros gobiernos, podíamos ofreceros el honor de enterrar el cuerpo de nuestro gran líder Kruschev en vuestro suelo.
 - Bueno, por nosotros vale... pero tengo que advertiros de un problema, nuestro país tiene el mayor índice de resurrecciones del mundo.

 . Esta es una historia que nadie sabe si es cierta o inventada, que lo decida el lector, pero no sería raro que fuera cierta.
 Un día un campesino de Mérida, de los Andes Venezolanos consiguió una audiencia con el General Juan Vicente Gómez (dictador Venezolano) y le dijo algo así;
 - "General aquí le traigo una yuca de 8 kilos de mi conuco que se la he traído a usted como muestra de admiración y por patriotismo ( un tamaño increíble en verdad para una yuca)".
 Entonces el Generalísimo dice:
 - "Este hombre es un patriota, un hombre trabajador.. y le da como regalo un billete de 100 Bolívares (una verdadera millonada para la época), en eso uno de los sicofantes de Gómez le muestra una perla de extraordinaria calidad y le dice:
 - "General, aquí tengo una perla margariteña maravillosa, se la regalo porque prefiero regalársela a usted que venderla a un extranjero".
 El General presa de la emoción le contesta:
 - "Este hombre es un patriota, un verdadero patriota".
 El lame pies se espera un premio como el del campesino y Gómez vivo como él solo le regala la yuca.