. Este era un hombre que fue a la iglesia a confesarse:
 - Padre, perdóneme.
 - ¿Qué te pasa hijo mío?
 -Verá padre, es que... a mí me gustan los hombres, padre...
 - ¿Qué dices, hijo mío?
 - Sí, padre... y eso no es nada... a mi padre también le gustan los hombres...
 - Por el amor de nuestro Señor, hijo...
 - Y eso no es todo padre... a mis hermanos también le gustan los hombres...
 - Hijo mío... -Interrumpió el padre: -¿es que en tu familia no hay nadie a quien le gusten las mujeres?
 - Sí padre... ¡a mi madre...!

 . Se cruza Jesucristo, que va en una moto, con San Pedro, también en moto, se paran y le dice Jesucristo a san Pedro:
 - ¿San Pedro, para dónde vas?
 - A una discoteca nueva que han montado allá arriba, que se llama El Calvario.
 - No vallas a esa, que allí te clavan.

 . Varias monjas estaban en un parque, dando vueltas en bicicleta, y sólo reían y reían con un inmenso placer...
 - ¡Ay, que rico!... ¡Ay, que rico!... decían las religiosas.
 Los transeúntes quedaban intrigados y sorprendidos por la felicidad y el regocijo de las monjitas en bicicleta.
 La madre superiora se asoma por la ventana del convento y les dice:
 - Hermanas, por favor, tengan un poco más de compostura. No armen tanto alboroto.
Y algunas de las monjas respondieron a la ligera:
 - Pero, Madre, es que es tan rico... ¡Tan rico!... mientras seguían disfrutando casi histéricamente...
 - Mas tarde salió la madre superiora, cansada y enfurecida por el escándalo, se asoma nuevamente por la ventana:
 - ¡Hermanas! Se callan o les mando a poner los asientos a las bicicletas!