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Personajes
"Los Sitios" en la
literatura

Zaragoza 1808-1809, segundo centenario de los "sitios"


2. El pueblo consigue tomar las armas

La Aljafería fue uno de los escenarios más destacados de los Sitios. Principio y final. Allí, el 24 de Mayo de 1808 los zaragozanos lograron hacerse con las primeras armas para defender la ciudad. También allí, en la explanada frente al edificio, el 22 de febrero de 1809, los supervivientes a los dos sitios se vieron obligados a entregar sus armas al ejército vencedor.

Para Aragón, lo acontecido aquel 24 de Mayo de 1808 fue su particular toma de la Bastilla, aunque casi 20 años después. Si en 1789 los parisinos se dirigieron a la fortaleza en busca de armas (lograron entre 30.000 y 40.000 fusiles) y la tomaron sin víctimas (las muertes se registraron después), en 1808 los zaragozanos se apoderaron de 25.000 fusiles que se guardaban en La Aljafería -el castillo- sin dejar a su paso ningún cadáver.Recreación del 24 de mayo de 1808

Buena parte de lo que se sabe de ese día se le debe a Faustino Casamayor que, en su "Diario", dejó escrito lo ocurrido en esas horas decisivas. Alrededor de las 3 de la tarde las calles de Zaragoza bullían de agitación. Algunos ciudadanos armados con fusiles hicieron que el pregonero convocara a todo el mundo para ir a La Aljafería y tomar las armas. A la llamada acudió un mar humano, que se agitaba en la explanada a las puertas del castillo.

Mientras en el interior, las principales autoridades de la ciudad debatían que hacer ante la crisis. Al final, tomaron la única decisión posible: entregar las armas y las llaves de la fortaleza.

Una riada humana, al grito de "Viva España" y "Viva la Religión", se adueñó del edificio. Pero no fue suficiente. Exigieron los cañones, las balas, la pólvora, cualquier cosa que sirviera para defenderse de la amenaza del francés. Y, como se las negaron, rompieron las puertas del almacén y las tomaron a la fuerza. Empezaron a distribuirse algunos de los 25.000 fusiles que se incautaron.

Aunque el movimiento carecía aún de cabecillas claros, de jerarquía, de organización, en la ciudad podía decirse que existía ya una especie de "ejército" armado. Una multitud en pie de guerra que no sabía qué hacer ni qué esperar. Guillelmi quedó preso en La Aljafería.



Zaragoza se había levantado en armas, había provocado una revolución de una envergadura como no se recordaba en mucho tiempo. Pero... no sabía que hacer con ella, qué pasos dar, a quien apuntar con los fusiles. Tanto era así, que la mayoría de los ciudadanos decidieron irse pacíficamente a la cama. Dice Casamayor: "Aquella noche en lo restante de la ciudad no hubo ninguna novedad, antes bien mucha quietud".

La situación no era, ni mucho menos, fácil. A principios del siglo XIX, Zaragoza era una ciudad de apenas 50.000 habitantes, con un pequeño casco urbano prácticamente indefenso: el exterior de la ciudad estaba configurado, de hecho, por las débiles tapias de cuarteles y conventos. Sólo el castillo de la Aljafería podía presentar rango de fortaleza ante el empuje de un ejército invasor. La guarnición militar era de menos de 1.500 hombres. Tendría que ser el pueblo, como había ocurrido ya en Madrid y otros puntos de la Península, quien se enfrentara al invasor. Y el hecho de que el país no contara con suficientes tropas regulares y bien entrenadas, enseguida hizo ver a los franceses que tendrían que enfrentarse a nuevas formas de guerra: combates urbanos, sitios a las principales ciudades, operaciones de guerrilla.

El ejército francés, que llevaba más de 10 años paseándose victorioso por Europa, se encontró con una oposición que no había conocido antes. Estaba acostumbrado a pelear en grandes batallas a campo abierto, donde la estrategia clásica y la sabiduría militar, unida a la abundancia de pertrechos, acababan decantando la victoria de su lado.

Pero en suelo español las cosas eran un poco diferentes. Para su desgracia.

Imágenes: Fundacion2008.com
Fuente: Heraldo de Aragón
Que al mismo tiempo está inspirada principalmente en dos libros:
- El diario de un funcionario judicial, Faustino Casamayor
- "Zaragoza 1808 y 1809. Los sitios vistos por un francés", de Jacques Belmas, jefe de un batallón de ingenieros.


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