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Personajes
"Los Sitios" en la
literatura

Zaragoza 1808-1809, segundo centenario de los "sitios"


10. Los cañones vuelven a tronar

Durante unos meses, la ciudad vivió con una tranquilidad relativa e intentando restañar las heridas causadas por la guerra. La paz fue un espejismo que no tardó en quebrarse. Antes de que concluyera el año, más de 35.000 soldados de infantería y 2.000 de caballería cercaban de nuevo Zaragoza. La suerte, en esta ocasión, sería distinta.

Tras la salida de los franceses de la ciudad, las tropas que defendían Zaragoza los persiguieron hasta Tudela. Mientras, la ciudad comenzó a restañar sus heridas, sin perder de vista la necesaria reparación de los elementos defensivos que habían contribuido a salvar la ciudad. Una gravísima epidemia vino a causar más muertes y desolación: entre las víctimas, Jorge Ibor y Casamayor, el popular Tío Jorge, uno de los personajes decisivos en los primeros momentos de la rebelión, y destacado a lo largo del primer sitio.Jorge Ibor "el Tío Jorge"

La marcha de la guerra en España, pésima para las tropas francesas, obligó a Napoleón a intervenir directamente en el conflicto, con el objeto de no perder el control de un país que consideraba clave en sus aspiraciones. Sus tropas se impusieron al más endeble ejército español en batallas como la de Tudela, y el emperador siguió la marcha a toda velocidad hacia Madrid, mientras dejaba encargado al mariscal Lannes el mando de los ejércitos que se abalanzaron sobre Zaragoza.

El 20 de Diciembre por la tarde avistaron la ciudad. El mariscal Mortier avanzó por la orilla derecha del Ebro y tomó el puesto de San Lamberto, cerca de Zaragoza, mientras que la división Gazán se dirigía por la orilla izquierda hacia Zuera y Villanueva. El mariscal Moncey avanzó con el tercer cuerpo hasta el Huerva, río que cruzó la división Grandjean para llegar hasta el monte de Torrero. La división Morlot quedó en las colinas de la orilla izquierda, y la división Musnier formó la reserva con la artillería y los gastadores. Llegada la noche, las tropas napoleónicas construyeron y armaron dos baterías para batir el fuerte de Buenavista. El despliegue, la estrategia, los abundantes medios preparados para este segundo sitio estaban perfectamente calculados, sin dejar nada a la improvisación, y en buena parte decididos por el propio Napoleón. Sabedores de que se iban a encontrar una resistencia feroz, los franceses midieron todas sus acciones.



Treinta mil soldados en la ciudad

Por un lado, a las órdenes de Lannes estaban 35.000 soldados de infantería y 2.000 de caballería. Por otro, en el interior de las murallas, 30.000 soldados españoles, menos experimentados, eso si, y miles de zaragozanos y aragoneses, dispuestos a todo con tal de no dejar entrar a los invasores en la ciudad, pertrechados con 98 cañones.

El 21 de Diciembre a las 8 de la mañana la artillería francesa comenzó a castigar la ciudad, destruyendo cañones y depósitos de pólvora. En maniobras contundentes y rápidas, las tropas se adueñaron de los puestos avanzados de Buenavista, el Barranco de la Muerte y Torrero. Además el cerco se completó en la orilla del Ebro.

El día 22, cuando Palafox estaba revisando las baterías de la puerta del Portillo, le avisaron de que desde Torrero había bajado un oficial francés, acompañado de dos trompetas y un intérprete, con bandera blanca en señal de querer parlamentar. Tras intercambiar unas palabras con el comandante del reducto del Pilar, fue llevado a Palafox con los ojos vendados. Una vez ante él, le entregó un papel en el que Moncey anunciaba a los sitiados que Madrid había capitulado, e instaba a los zaragozanos a hacer lo propio en el plazo de tres horas o, de lo contrario, no tendría la más mínima consideración ni con la ciudad ni con sus habitantes. Palafox devolvió al oficial a sus líneas portando un mensaje tan claro como contundente:"!Después de muerto hablaremos".

Imágenes: Fundacion2008.com
Fuente: Heraldo de Aragón
Que al mismo tiempo está inspirada principalmente en dos libros:
- El diario de un funcionario judicial, Faustino Casamayor
- "Zaragoza 1808 y 1809. Los sitios vistos por un francés", de Jacques Belmas, jefe de un batallón de ingenieros.


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